25

267 13 17
                                    

Antes que nada, D-Nobita sería el Nobita dark y E-Doraemon es el Doraemon de energía...lo sé muy original 

Nobita se estiró con suavidad bajo la cálida manta antes de abrir los ojos, su mirada se posó en el pequeño gato negro que dormía a su lado, tan apacible y adorable que no pudo resistirse a la tentación de capturar ese momento en una fotografía.

Doraemon saltó del armario y se estiró también. —Si ya estás despierto, deberías levantarte—, murmuró mientras se dirigía hacia el escritorio, se subía en él y abría las ventanas.

Nobita asintió y se puso de pie. —Iré a ducharme y luego le daré su comida a Kuro—, dijo. Kuro era su gato, un regalo que finalmente le concedieron después de días de súplicas a su madre. Aunque solo lo permitió bajo tres condiciones: levantarse temprano para ir al colegio, hacer sus deberes diligentemente y mantener un promedio entre deberes y exámenes no menor al 70. Para alguien como él, fue todo un desafío, pero sus ansias de tener una mascota superaron con creces su pereza.

Descendió de su habitación; ahora, con 16 años, se dio cuenta del sacrificio que se impuso en la infancia. Le costó mucho ponerse al día con sus compañeros y obtener buenas calificaciones para unirse al mismo colegio que sus amigos.

Su madre ya no le gritaba tanto y a menudo le preparaba algún postre mientras estudiaba, algo que lo llenaba de felicidad.

Después de desayunar y ponerse el uniforme, Nobita salió de su casa rumbo a la estación de trenes, donde se encontraba Dekisugi. Antes, verlo habría amargado su día, pero ahora lo llenaba de alegría.

—Hola, Nobi. ¿Cómo dormiste?—, preguntó Dekisugi con una suave sonrisa.

Nobita negó con la cabeza. —Dormí bien, pero... ¿cuántas veces te he dicho que me llames solo por mi nombre?— murmuró con una sonrisa. —No tienes que ser tan formal; después de todo, somos amigos—.

Dekisugi río un poco y asintió. —Lo siento, es una vieja costumbre de la que aún no he podido desprenderme—, murmuró. Detrás de Nobita, pasó una chica de cabello largo y negro, rostro pálido y lentes, provocándole un suspiro involuntario.

Nobita se volvió y la miró. —Amigo, no entiendo cómo aún no te le has confesado. Se nota que ambos están enamorados el uno del otro—, murmuró Nobita, observando cómo la chica miraba tímidamente a Dekisugi, con un leve sonrojo.

Dekisugi se sonrojó aún más, haciendo que Nobita riera ligeramente. —¿Tú crees?—, le preguntó a Nobita con una chispa de esperanza.

Nobita negó entre risas. —Por supuesto, amigo, tú eres un buen partido—, comentó divertido. Mientras tanto, Shizuka se aproximaba por detrás de Nobita, y aunque Dekisugi lo notó, decidió no arruinar la sorpresa. Cuando Shizuka estuvo lo bastante cerca, le colocó las manos en las caderas y lo asustó.

Con una sonrisa, Shizuka se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla a Nobita. —Buenos días—, saludó, observando cómo se recuperaba del susto.

Nobita soltó un suspiro teatral. —Mi vida se acortará si sigues saludándome así—, murmuró, inclinándose ligeramente para darle un beso en la frente a la joven. —Deja de reírte, no es gracioso—, agregó mirando a Dekisugi, quien simplemente encogió los hombros con indiferencia.

Shizuka negó divertida. —¿Están listos?—, les preguntó con emoción. Ese día, después de llegar al colegio, tomarían un autobús que los llevaría a las montañas, donde se quedarían dos días. Aunque se trataba de una salida de estudios para documentar plantas y animales, la emoción la embargaba.

Ambos jóvenes asintieron con la misma emoción que ella, mientras observaban cómo el tren se acercaba. Sin que ninguno lo notara, en el cielo, más arriba de las nubes, varias descargas de energía verde se arremolinaban como si quisieran partir el cielo. Por momentos, se podía ver una enorme nave triangular.

Energía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora