[ CABAÑA CULPABLE ]

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- Ya está, estabilizado. - Avisó John saliendo de la habitación.

Sherlock sonrió aliviado.

- ¿Qué ha pasado exactamente?

- Entró a mi habitación y cuando iba saliendo se le abrió la herida. - Respondió Sherlock quien había visto indicios de búsqueda en su habitación horas antes.

- ¿Buscaba el baño? - Preguntó John mirando con una ceja alzada al peliazul mientras se quitaba los guantes de latex.

- Le dije que no entrara, la curiosidad es más fuerte que la orden de un completo desconocido. - Encogió los hombros con indiferencia desviando la mirada hacia su puerta.

- ¿Tú, el más grande detective, no sabías que ignoraría tu orden? - Alzó nuevamente una ceja mientras sonreía con burla y apoyaba sus manos en la cintura.

- Creía que el dolor evitaría su curiosidad. - Sacó un cigarrillo y comenzó a buscar en sus bolsillos el mechero. - Pero ya veo que no.

- ¿Y estas.. - Miró fijamente la mano nerviosa que buscaba el mechero. - seguro que te parece bien? No me dejas ni a mi entrar a tu habitación. - Lentamente se fijó en sus ojos marinos.

- No me conoce, no lo conozco.. Lo normal sería obedecer pero.. Él es muy inteligente, demasiado. Quería.. - Encontró el mechero y se lo acercó al cigarrillo sin encenderlo. - Conocerme a través del cuarto, como todos dicen, una habitación es el alma de una persona. - Abrió el mechero.

- No lo enciendas. - Lo detuvo agarrandole de la muñeca a lo que él reaccionó quitando la mano. - Déjalo por favor, estoy muy preocupado con este tema.. Te estás hac-

- Daño, lo sé John, pero tú sabes que desde... - Frunció el ceño.- No puedo dejarlo.

- Escúchame por una vez en tu vida Sherlock, conozco a un buen psicólogo que te puede ayudar con lo de tu madre. - Se encaró alzando el dedo hasta la altura de su pecho.

- Ni hablar, si no puedo superarlo por mi mismo ¿Quién más podrá lograrlo? No, es imposible. - Enciende el cigarrillo. - ...Imposible. - Se puso el cigarrillo entre los labios y miró a los ojos del doctor.

- Me preocupas.. Mucho.

- Es lo único que me mantiene "cuerdo". - Tomó una profunda calada y lo soltó guiándolo al suelo. John tosió agitando la mano.

- ¿Y rehabilitación? - Siguió insistiendo.

- Repito, - Dijo algo más molesto que antes. - si yo no pude solo, NADIE puede. - Resaltó dicha palabra moviendo exageradamente los labios para luego tomar otra calada y soltar el humo.

- Es esta cabaña... - Empezó John.

- ¿Qué? - Sherlock ya se veía venir las intenciones del doctor.

- Esta cabaña te está consumiendo, ella se intentó suicidar aquí y lo acabó haciendo por los alrededores ¿de qué te va a servir vivir en su cabaña, en su bosque? - Provocó con el ceño fruncido.

- ¡Joder John déjame ya en paz! ¡La cabaña no tiene nada que ver con que yo esté así, así que te pido que te vayas y dejes de insultar el hogar de mi difunta madre! - Gritó con el rostro rojo de ira mientras su mano apretaba el cigarrillo sin importar que fuese a quemarse, al ver la cara sorprendida del doctor habló de nuevo, más tranquilo. - Vete.. Por favor. - Murmuró temiendo perder la única amistad que de verdad valía la pena.

- Te buscaré ayuda, no creas que te voy a dejar así para siempre. - Dijo en voz baja y el rostro serio lleno de esperanza en sus ojos.

Dio media vuelta.

- Suerte con él, es nuestra única esperanza por ahora.

Por primera vez en su vida no había entendido a John, sin embargo, muy enfadado estaba como para preguntarle a qué se refería con eso.
Lo dejó marchar y no se pudo mover hasta escuchar la puerta principal ser cerrada.

Entró a la habitación del rubio y desde la puerta lo vio, estaba estático observando la ventana.

- Disculpa por el ruido, no era mi intención que lo escucharas todo. - Tomó una profunda calada en su cigarrillo aplastado.

- No importa. - Giró la cabeza hacia él con lentitud. - ¿Puede apagarlo por favor? No me agrada el olor. - Pidió tan cortés como siempre.

Sherlock suspiró y se acercó a la mesita de noche, apoyó el cigarrillo en un plato pequeño el cual antes contenía el desayuno.

- Lamento haberte desobedecido, manché las hojas del suelo ¿no habré destruido un trabajo de toda una vida, verdad? - Mencionó preocupado.

- No exactamente, investigo solo el suicidio de mi madre en su diario, lo que manchaste no tenía mucha importancia.

- Lo sé. - Desvió la mirada casi arrepentido de haber echado una ojeada al diario. - Te falta poco para acabarlo.

- Sí... - Se sentó en el borde de la cama a un lado del rubio.

- El Dr. Watson dijo... - Llamó la atención del peliazul. - Que yo.. Era vuestra única esperanza. - Volvió la mirada a la ventana de su izquierda. - ¿A qué se refería? - Preguntó tras darse cuenta de que el azabache no tenía idea de la insinuación del doctor, que el rubio si había entendido tomándoselo como un reto y un favor que devolver a John Watson.

- No lo sé.. - Respondió dando por hecho que el rubio no tenía ni la menor idea tampoco.

Suspiró y segundos después escuchó de nuevo al ojiescarlata.

- Así que esta cabaña era de tu madre.. - Murmuró mirando como el peliazul se levantaba con pesadez y le echaba una corta mirada algo seria. - Perdón, no era mi intención meterme en tus asuntos...

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