♕ 6: La presentación. ♕

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Cuando el otoño estaba por terminar, la aldea de Anju en la provincia de Pyiongan fue atacada por un grupo de alfas rebeldes, que se habían adentrado en el territorio por medio de la frontera con el imperio chino. Los hombres sin remordimiento alguno, habían asesinado de manera fría a cualquiera que se le cruzara, la sangre corría como rio a sus pies, y la intensidad del olor, les alentaba a continuar.

Las viejas casas del territorio ahora solo estaban reducidas a escombros y fuego, una llamarada se levantaba por todo el lugar, que, con el viento, esparcía las cenizas y el calor. Había gente muerta por donde sea que se mirara, cabezas con expresiones desoladoras, y extremidades sin dueño por aquí y por allá. A medida que lograban hacerse dueños de toda la aldea, la risa de las alfas de túnicas rojas con rojo, era lo único que se escuchaba además de uno que otro grito de súplica de los últimos sobrevivientes.

El comandante de los rebeldes, un hombre alto, fuerte y con una mirada tan vacía como su alma, daba las indicaciones a los demás con una voz potente y firme, y solo era cuestión de un parpadeo para que todos obedecieran sin rechistar. Entretanto él observaba la obra que habían montado con suma facilidad, Anju pocas veces era protegida por la guardia del rey, era un lugar olvidado y que poco importaba. Y ahora no era nada, solo un espacio lleno de muertos.

—Señor ZhengGuo, ¿A dónde nos dirigimos ahora? —preguntó uno de sus soldados con voz temblorosa, a medida que revisaba el viejo mapa entre sus manos.

—Pionyang, ¿no es obvio?

—Como usted ordene.

Su vida era distinta cuando no se llamaba ZhengGuo, y no vivía resguardado en china, escondiéndose, protegiéndose para llegar a ese momento exacto en donde todo lo que tenía contenido en su interior, y toda la rabia que había permanecía en su pecho por años, podía finalmente volverse su dulce venganza.

Cuando su nombre era Jeon JungKook, era un simple adolescente con su familia, viviendo una vida tranquila en una vieja casa, no eran nobles, pero tampoco eran pobres, solo eran una familia común, conviviendo en una aldea con mucha gente dedicada al campo, allí tenía una mejor amiga, ella era muy similar a él, muchas veces creyó que estaban hechos el uno para el otro, más solo era un cariño fraternal, como si fuera una pequeña hermana a la cual cuidar. Entonces, una mañana de invierno, justo cuando la primera nevada cayó, ya no tenía nada, un tirano le había quitado todo lo que le hacía feliz, y solo podía temer por su vida, corriendo entre la espesura del bosque, olvidándose por completo de quien era y que debía de ser.

JungKook sintió sus ojos picar, y no precisamente por el humo, sino por los viejos recuerdos del pasado, donde una chica gritaba desesperada, y rogaba por su vida, se arrodillaba frente a ese tirano, pidiéndole su perdón, cuando no debía ni siquiera disculparse por ser quien era. ¿Acaso ellos tenían la culpa de ser diferentes? ¿Acaso era su responsabilidad que la familia real se sintiera minúscula con otros alfas u omegas dominantes a su alrededor? ¡Solo era un deseo egoísta!

JungKook con violencia y conteniendo un grito ahogado, clavó aquella estaca de madera en el pecho de una persona muerta que estaba a sus pies, y sonrió con satisfacción al ver como la bandera negra en lo alto, se ondeaba con el viento y dejaba al descubierto la insignia de la serpiente, en tonos rojizos. Una declaración de guerra, una deuda que el rey de la medianoche, Min Ho, algún día tendría que pagar con creces.

A la distancia un pequeño chico de unos 12 años, con sus ropas algo quemadas, y su rostro ensangrentando, temblaba escondido tras los árboles, cubriendo su boca para que no le alcanzaran a escuchar, vislumbró como poco a poco los rebeldes se iban marchando entre canticos y risas, y su cuerpo por mucho que intentó no se logró tranquilizar, ni siquiera en el silencio absoluto en el que quedó sumergido.

FREEDOM ♕ [NAMGI] OMEGAVERSE +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora