Una renovada brisa sopló entre los árboles y llevó consigo las alegres melodías de arpas, flautas y violines, permitiéndoles impregnar una vez más las pintorescas callecillas de Ederan. Las driadas bailaban alborozadas como hasta hacía poco, olvidando las lianas de campanillas azules que parpadeaban moribundas y las mesas con sus enormes arreglos de botones destrozados por los que ahora la señora Nolia lloraba. Sin embargo, un problema seguía opacando la celebración: el caso del syl de dudosa procedencia.
─¡Al fin!, ¡eso lo explica todo! ─dijo Tabatha, agotada y aliviada por partes iguales.
─No explica por qué alguien con alas robaría un syl... ─replicó Ciren y, apretando los puños, se negó a olvidar la ira que le susurraba sonetos maliciosos al oído.
─¡Yo no robé nada! ─alzó la voz Koldo y asustó a unos cuantos de los presentes. ─Tú eres quien debería disculparse por todo lo que ese syl me ha hecho.
─¿Disculparme?, ¿después de que te he gritado hasta el cansancio para que lo dejes? ¡Ladrón! ¡Te lo robaste, admítelo! ─gritó el vaothia y a punto estuvieron de volver a soltar golpes, pero una punzada de dolor detuvo a Koldo y las garras de Lyna a Ciren.
─¡No le grites! ─se entrometió Irisa─. ¿Qué no ves que Koldi está herido y tú lo empeoraste todo? ─dijo señalando el ala maltrecha.
─¡Que no me llames así!
─Muchachos, por favor ─les detuvo Henea─. No es necesario gritar y ya habíamos dejado claro que nadie robó nada. Sólo ha sido un pequeño syl travieso que se escapó cuando su dueño dormía y encontró un nuevo amigo.
─¡Un pequeño syl travieso y homicida! ─chilló Dalim, iniciando de nuevo el drama por su caída al agua dos días atrás.
─¿Homicida? Pero si fue un accidente, además no te pasó nada ─dijo Lasriel entre risitas; conocía bien la tendencia a exagerar de su amiga─. Hasta encontraste alguien que te ayudara con tu máquina, ¿o no? ─Miró a los dos vaothias y Lyna le correspondió con una sonrisa, no así Ciren, quien seguía enfurruñado.
De repente, Ulrik comenzó a reír como tonto y miradas de confusión le escudriñaron hasta que fue capaz de hablar:
─¡Ese syl es brillante!, ¡brillante! ─decía entre una risotada y otra─. ¡Solo mírenlo!
El animal, que ya se encontraba en un corral improvisado, jugueteaba con las hojas que colgaban de los árboles más cercanos, babeaba con la lengua colgando del hocico y torcía los ojos al tratar de ver las moscas que se paseaban sobre su nariz embarrada de comida. El grupo miró a Ulrik con ceño fruncido; había total escepticismo sobre la brillantez de la que hablaba.
─¿Por qué me miran así? ─preguntó sin dejar de reír, pero al notar que no lo entendían, señaló al syl y dijo─: su cerebro no debe ser mayor a una nuez y, aun así, se las ingenió para escapar de su dueño, fastidiar a un dragón cansado y tirar al agua a una goblin dramática.
─¡Oye! ¡Yo no soy dramática!
─Un poquitín sí, amiga ─dijo Lasriel, encogiéndose de hombros antes de abrazarla.
─¡Pues yo estoy muy feliz de que pasara todo esto! ─añadió Hebel, metiéndose en la conversación con singular alegría─. ¡Ahora ya no tendré que comer sopa de repollo!
Ciren se sonrojó cuando los demás rieron recordando la pelea y los repollos voladores, a excepción de Koldo, que permaneció callado y con mala cara.
─De acuerdo... ─masculló el vaothia sin demasiado entusiasmo. Extendió la mano a su adversario con un gran suspiro y se sacudió la vocecilla furibunda del oído─. Ofrezco mis más sinceras disculpas por haberte agredido. Me equivoqué. Te juro que no vi tu ala herida, de haberlo hecho, jamás te habría atacado.
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Ecos del pasado | El último deseo
FantasyLos habitantes del Reino Oculto han vivido por siglos atemorizados de los humanos y de las atrocidades que estos cometen, sin embargo una serie de desapariciones desencadenará un mal aún peor y traerá a la luz un sinfín de secretos y verdades olvida...