Un borracho en la librería (parte 2)

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🛑 Aviso 🛑

Esta parte tiene contenido para adultos, así que si no te gusta este contenido mejor no lo leas

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-No te odio querido, no podría odiarte - En una forma de consuelo este se acercó más al pelirrojo.

El demonio noto esto, dando un paso para atrás -No ángel, yo ...

-Está bien - Dijo Aziraphale regalandole una sonrisa mientras besaba con cuidado los labios del pelirrojo.

- ..... Solo quédate aquí y no te vayas -Confesó el peliblanco de manera sincera.

Crowley no dijo nada más, solo cerro sus ojos lentamente al igual que Aziraphale mientras los dos se envolvían en un beso.

Los labios de ambos se pegaron, saboreando cada sabor, cada aroma, una emoción desconocida empezó a emerger en un ángel y un demonio que estaban enamorados.

Una emoción que fue escondida durante siglos, y que en estos momentos salía a la luz de una manera caótica.

Crowley quedó desconcertado, sin saber que hacer o como actuar, ante el abrumador beso de su ángel. El demonio se separó tratando de recuperar la respiración y la razón.

-Ángel - Susurró el pelirrojo, tratando de comprobar que el peliblanco también lo deseara como él.

Los ojos celestes reflejaban con gran cariño al demonio, pero también en ellos reflejaba un destello de deseo.

Aziraphale no quería admitirlo en voz alta pero deseaba estar con el demonio, este se inclinó levemente para frotar nuevamente los cuerpos de ambos, en busca de ese calor.

Al ver esto, Crowley tomo nuevamente los labios de Aziraphale callando sus propias palabras, callando sus propias dudas, solo importaba ese momento.

Lo demás no importaba, solo el amor que esos dos seres sobrenaturales sentían.

Es momento donde su ángel le correspondía, la lengua del demonio pasaba desapercibidamente en la boca del ángel, buscando la forma de rozar su lengua con la misma intensidad que la buscaba con desesperación y ansias.

Pues el pelirrojo quería saborear y explorar la pasión que había estado esperando durante tanto tiempo.

Las manos del demonio recorrían cada centímetro del ángel, era verdad que Aziraphale se sentía abrumado por todo, no pudo evitar sentirse intimidado, por inercia el trato de alejarse tímidamente pero las manos del demonio no lo dejarían que escapara de él tan fácilmente.

Tomo su cintura acercándolo un poco más, sus pechos chocaron y podían sentir los dos como sus corazones latian de manera desenfrenada.

A pesar que Crowley actuaba tan confiadamente y bastante seguro ante la perspectiva del ángel, solo entonces noto como el propio demonio temblaba ligeramente, sus ojos estaban cerrados fuertemente, estaba nervioso al igual que él.

Aziraphale no pudo evitar sentirse aliviado al saber que no era el único, y también se sentía tan feliz por ello.

Tomó valor al igual que su pareja lo estaba haciendo, para posar sus manos sobre el cuello del pelirrojo profundizando más aquel beso.

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