Hora de la siesta (Parte Única)

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El ángel se encontraba atendiendo algunos clientes que se encontraban en la librería, sorprendentemente fue justo en el momento que iba a cerrar la tienda de libros.

Finalmente terminó de atender a los últimos clientes, soltando un suspiro bastante fuerte, para ir con su amigo demonio.

Quién había llegado por él, para ir a cenar como siempre, pero al observar el pelirrojo que aún tenía personas que atender en la librería decidió esperarlo adentro.

En una pequeña sala, que utilizaban ambos seres para hablar.

Aziraphale entró en la habitación disculpándose apenado por lo sucedido.

-Como lo siento querido, no fue intencional pero ... - Sus palabras se detuvieron de manera abrupta, al ver que el demonio se encontraba profundamente dormido.

Este se acercó cuidadosamente al pelirrojo, quien respiraba pausadamente y tranquilamente.

Sus anteojos aún estaban puesto en su rostro, las manos del ángel tomaron aquel objeto para quitarlos delicadamente.

Crowley tenía una expresión bastante adorable, sin mencionar que en ese estado se veía tan vulnerable, una sonrisa genuina salió de las comisuras de Aziraphale.

El ángel decidió dejarlo dormir un poco más, tal vez se encontraba cansado, no lo sabía, pero quería poder admirar un poco más aquella escena.

Rápidamente fue por una manta para cubrir al pelirrojo del frío que pudiera tener, este estaba en la habitación tratando de buscar una manta cómoda para su amigo.

Cuando esté lo encontró lo tomo entre sus brazos para ir donde estaba su compañero, pero al hacer esos movimientos un poco bruscos, un cuaderno cayó ligeramente al suelo.

El peliblanco lo recogió para notar que era su diario, paseo rápidamente las páginas, cuando miro a detalle algunos dibujos que había hecho de su amigo demonio.

Miró un poco más, para ver qué no tenía ninguna dónde el pelirrojo durmiera, nunca había tenido la oportunidad de retratarlo y esconder aquel dibujo entre esas páginas.

-Sería bueno ... - Murmuró Aziraphale.

Era bastante tentador poder capturar aquel bello momento, el ángel se debatía si hacerlo o no.

Pasaron unos breves minutos, para que este accediera, finalmente no solo trajo la manta sino también un lápiz muy afilado y su diario.

Este dejo las dos cosas últimas sobre la mesilla ligeramente, para observar que Crowley aún siguiera dormido.

Y no se arruinara su plan de retratarlo en las páginas de su diario.

El pelirrojo se removió ligeramente acomodándose en una posición mucho más cómoda, soltando un pequeño brinco de nervios, ya que el ángel no quería que descubrieran su secreto.

Aquel pequeño hobby que tenía, que era dibujar a Crowley.

Este decidió ponerle la manta, sus ojos no podían evitar recorrer el rostro del pelirrojo, desde su frente hasta su mentón.

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