sexo 2: la venganza 🗿

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Hace unos días había ocurrido el incidente que ninguno sabía como iban a discutir. Edd quería pegarse un tiro, al menos si estaba muerto no diría alguna otra estupidez del impulso -si es que no venía el típico apocalipsis zombie que lo condenara a un tipo de inmortalidad extraña-. Tord, por su lado, se había quedado pensando en su oferta.

"Luego te lo pago de vuelta, o algo."

Quería tener una máquina del tiempo sólo para pegarse, ¿por qué mierda se le ocurrió decir eso? Ahora estaba endeudado con el de cabello más oscuro. Que horror. Pero lo que más le avergonzaba era que no tenía idea de como. Él pensaba más de una vez lo que iba a decir, así que no podía tirarse una Edd y ofrecerle lo que sea. A lo mucho podría insinuarle... Espera...

"¡Puedo tirarle indirectas!" pensó el nórdico "Puta que soy listo, así no daré cringe."

Así que, bajo excusa del nórdico, se hallaban tirados en la cama del de verde. Había dicho algo de que tenía que mostrarle algo muy "extraño" según el, y cuando llegaron improvisó y sacó una página con "piropos" de camionero, para leersela en voz alta. Era tarde, pero no tan tarde como para irse a dormir, de igual manera tenían la puerta cerrada, no vaya a ser que estén haciendo algo estúpido y sean interrumpidos por alguno de sus compañeros de casa, los cuales por la hora deberían seguir de pie. Hacía algo de frío, así que Edd tenía encima una manta pesada gris, la cual estaba envuelto completamente, dejando al noruego con sólo su ropa habitual de abrigo.

- Edd, me estoy cagando de frío. - le comentó el otako, quien estaba a su lado con el teléfono en mano.

- ¿Y? ¿Te aplaudo? - respondió el dibujante.

- Pasa la manta. - llevó una mano a su frente, en un gesto claramente dramático - ¿Qué no ves que soy un pobre huérfano victoriano que se muere de hambre y frío?

- Muere entonces. - dijo, y aunque su respuesta era negativa, él acercó al otako hacia sí mismo, y convidó de este abrigo. El nórdico se restregó al británico, igual como un gato - ¿Y eso?

- El fri-

- Si, si, el frío. - rodó sus ojos, la excusa ya le parecía extraña considerando el país de origen del contrario - ¿Podrías leer otro?

Regresó su mirada a la pantalla, cambiando su expresión a una de asco. - Quisiera ser ola para echar... - se detuvo, no quería seguir - Edd no voy a leer esa weá. - y exageró una arcada.

- Léelo.

Suspiró - Echarte espuma entre las tetas...

Se rió, más por la mueca de disgusto puro del nórdico que por lo que acababa de escuchar.

- Estos no saben de sutileza weon. - se quejó, dejando el teléfono de lado.

- Son de camionero, ¿qué esperabas?

- ¡No sé!

Silencio. Era agradable de cierta manera, aunque lo único que hacían era mirar a una pared de la habitación. El nórdico volvió a restregarse, más que nada su cara contra el hombro del contrario. El dibujante lo detuvo, afirmando las mejillas de su compañero con una mano, girando su rostro para poder mirarle a los ojos. Lo encontraba precioso de cierta manera, con su rostro pálido, con sus ojos grisáceos marcados por las noches de desvelo, con sus labios descuidados, con las ya desvanecidas cicatrices de sus previas aventuras y desventuras.

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