*ೃ༄ Together again ˚◞♡ ⃗

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Tras haber hablado con Rivers el castaño entendía todo mejor.
Ya era capaz de estar mirando a Spreen a la cara, a veces sus sueños hacían acto de presencia pero había aprendido a vivir con ello y ya no lo evitaba.

— Vení. — El moreno lo envolvió en un abrazo apoyando su cabeza en el hombro contrario y aprovechando para aspirar un poco del aroma de este.
Roier tan sólo sonrió, se sentía feliz al estar al lado del moreno. — Si que me extrañaste eh pendejo. — Spreen lo miró y lo tomó del mentón para acercarlo a él. Cuando ya estuvo lo bastante cerca sonrió y le susurró al oído. — No tenés ni idea. — Roier sintió un escalofrío recorrer su espalda, cabe aportar que su cara era un cuadro, estaba completamente rojo, los ojos abiertos intentando analizar lo que acababa de pasar y su cuerpo estaba tenso.
Spreen se separó riendo al ver la reacción del castaño. — Che, era joda no más. Ósea, si te extrañe pero te podés relajar boludo. — Soltó otra carcajada antes de callarse y llevarse una pequeña colleja amistosa por parte de Roier. — Por culero.
— Calla pelotudo.
— Cállame pinche cagón — Spreen lo miró de arriba a abajo con  una sonrisa de superioridad y por muy nervioso que el castaño se sintiera le sostuvo la mirada, no sabía ni como pero lo hizo. — Entonces spreen se acercó y cuando Roier fue a hablar este le puso la mano en su boca impidiéndoselo. Tras unos instantes, unas cuantas risas y una patada por parte del menor quito su mano dejando al castaño poder hablar de nuevo. — A la próxima te cierro el orto a besos. Vos verás. — Aquellas palabras fueron como pulsar un botón, nada más escucharlas las mejillas de Roier se tiñeron de rojo haciendo reír a Spreen de nuevo. — Era broma boludito. — Tras eso tomó la mano del castaño entrelazando ambas, guiándolo por los pasillos hasta unas escaleras que estaban medio vacías para poder hablar más tranquilos, sin tener que ver cómo la gente de alrededor murmuraba o sentir las miradas sobre ellos.
Roier no lograba comprender cómo el moreno era capaz de sobrellevar todo eso durante las 6 horas de colegio.

— No sabía que este sitio existía.
— Yo lo encontré un día que me estrese mucho y necesitaba  un lugar dónde no hubiera nadie para poder calmarme. Suele estar siempre muy tranquilo por no decir vacío.
— ¿y para que hemos venido aquí? Es el receso y sabes que voy siempre con  Aldo, Mariana y está gente. — Spreen le dedicó una mirada de perrito triste, como la del gato con botas pero más leve. Realmente lo había echado de menos, aunque sólo hubiera sido poco más de una semana pero había extrañado su compañía. Hasta se había asustado y comenzó a pensar que había hecho algo mal o que Roier se había enfadado con él. — Ah, no se, era para que habláramos. Como llevamos más una semana sin juntarnos.. — El castaño se sintió culpable al escuchar al contrario por lo que se sentó en el suelo con una sonrisa, aún sin soltar su mano. Aquel agarre le resultaba tan cómodo, ya no porque Spreen le gustara, si no porque sentía que sus manos encajaban a la perfección, ambas amoldadas perfectamente haciendo el contacto agradable.
El moreno imitó el acto de Roier sentándose en el suelo enfrente suyo, quedando ambos cara a cara para hablar tranquilamente.
Dió una mirada fugaz al castaño antes de soltar el agarre de las manos y girarse para tomar el desayuno de la mochila.
Al soltar la mano de Roier noto un frío repentino, no había notado que esta estaba caliente hasta que la había soltado.
El castaño lo migo rebuscar en su mochila, el no traía desayuno, siempre iba a comprarlo junto con su grupo pero al no haber salido hoy no tenían que comer, aunque no le importó mucho, pasar aquel rato con Spreen a solas merecía la pena.
— ¿No sacas tu desayuno? — Roier negó con la cabeza. — Sabes que siempre lo compró en la tiendita de aquí al lado. — Spreen se dio un puñetazo mental, claro que no tenía desayuno, Roier compraba su desayuno todas las mañanas desde que lo había conocido. — No te preocupes, compartimos el mio.
— No Spreen, no pasa nada.
— Te dije que te comparto el mío.
— Que no hace falta, neta.
— Cállate y come pelotudo.
— Ay bueno, si tanto insistes. — Spreen sonrió victorioso mientras Roier tomaba un pedazo de su bocadillo y se lo comía sonriendo de medio lado.
Spreen admiró la escena sin poder evitar sonreír también. Roier se veía bastante lindo allí sentado, comiendo todo feliz.
Se acercó al contrario y quitó con su pulgar un pequeño trozo de comida que se había quedado junto a la comisura de los labios del castaño. Este dejó de masticar por unos segundos en los que los dos hicieron contacto visual pero acto seguido Roier desvío la mirada.
— Gracias por compartir tu desayuno conmigo. — Roier habló con la comida aún en la boca, haciendo que fuese difícil entenderlo.
— No hay problema, no te iba a dejar sin que comieras nada. Además, si tengo que compartir algo con alguien prefiero mil veces que sea con vos. — El castaño le sonrió y él le devolvió la sonrisa de vuelta creando desde hacía un rato un ambiente cómodo entre ambos. — ¿Te puedo preguntar algo? — Roier lo miró con curiosidad mientras asentía. — Si claro, me puedes decir lo que quieras. — Spreen reprimió otra sonrisa y comenzó a hablar. — Me han invitado a una fiesta este fin de semana y te quería preguntar si venías conmigo. — El castaño se quedó callado por unos instantes. El no era una persona muy de fiestas, era más partidario de quedarse en casa jugando jueguitos o con sus amigos pero pudo ver la emoción en la cara de Spreen y no fue capaz de negarse. — Dale, ¿me pasas la hora y el sitio? —  El Moreno sonrió pero no con su sonrisa de siempre, sonrió emocionado, mostrando sus dientes un poco, haciendo que esa felicidad contagiara a Roier. — Es el sábado a la noche pero yo te paso a buscar, vos no te preocupes que yo te llevo.
— Ay pero dime más, tengo que saber que me pongo, a que hora me vas a venir a buscar.. — Roier continuó hablando mientras que Spreen solo lo miraba sonriente, le encantaba escuchar a Roier hablar.

heartbreaker ⋆ ˚。⋆୨୧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora