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Después de estar bastante tiempo charlando entre todos algunos nos fuimos a casa de Pedri, ya que se estaba empezando a hacer de noche y tenía que cerrar el local.

Yo llevaba a Gavi y a los de la Masía en mi coche, ya que los dejaría allí y luego me iría a casa de Pedri junto a Gavi.

—Voy a empezar también a cobraros los viajes en coche.—bromeé.

Últimamente cuando quedábamos solía llevar a los que no tenían coche o a los que les daba pereza conducir, que este solo era Gavi.

—Eso porque no has aceptado que vayamos en mi coche.

—Porque siempre vamos en el mío y así puedo poner mi música.—dije subiendo el volumen a la canción de Quevedo que estaba sonando.

El bajó la música y yo lo miré con mala cara.

—Me recuerdas a Pedri, siempre escuchando Quevedo.—rodó los ojos.

—Un insulto más hacia mi o hacía Quevedo y te vas de mi coche.—amenacé.

—No eres capaz.—me retó.

—¿Que no?.—lo miré fijamente durante un segundo y aparqué al lado de un parque.—Bájate.

El me miró con cara de "¿en serio?" Y yo asentí esperando a que abriese la puerta.

Cuando la abrió aceleré el coche haciendo que la puerta se cerrase por la velocidad y que él pegase un grito por el susto.

—¡Joder que me matas!.—gritó.

—Para que aprendas a que no debes insultar mis gustos.—dije con una sonrisa ladeada.

El me miró mal y no volvió a hablar en todo el camino.

Al llegar nos abrió Pedri y Ansu.

—¿Porque habéis tardado tanto?.—preguntó Pedri enarcando una ceja.

—Esta casi me mata.—se victimizó.

—¿Perdona?.—dije incrédula.—Me has insultado a mi y a Quevedo insinuando que era una mierda y yo he hecho lo que se tenia que hacer.

—¿Y esa es razón por la que casi me hechas del coche y me matas?—preguntó irónico.

—Pues bien merecido te lo tienes.—dijo Pedri chocándole el puño a Ona.

Gavi abrió la boca y se puso la mano en el pecho indignado y entero en la casa murmurando un "no me lo puedo creer".

La tarde-noche pasó muy rápido y sobre las 10 dijeron que si nos íbamos de fiesta.

—No tengo ropa para irme de fiesta.

—Ona, cariño mío ¿sabes que existen los coches para ir de un lado a otro?.—preguntó Ansu irónico.

—La gasolina me la pagas tú ¿verdad?.—pregunté mirándolo fijamente.

El puso una cara de angelito y negó con la cabeza.

—Te llevo yo, vamos.—solucionó Pedri.

Yo asentí con la cabeza, cogí mi bolso y fuimos hacia fuera de la casa para montanos en el coche.

Pedri puso todo el camino canciones de Quevedo y eso solo significaba que íbamos a estar todo el rato cantando.

Al llegar a mi casa subí rápidamente a mi cuarto a cambiarme.

Habíamos quedado con que vendrían todos a mi casa para esperar a que yo me terminase de preparar, ya que era la que más tardaba.

Jugador desconocido-Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora