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Joder, me duele la cabeza como nunca. Fue lo primero que pensé al levantarme.

Luego me incorporé en la cama en la que me encontraba, que por curiosidad, no era mía.

Mientras me desperezaba hacia el gran esfuerzo de recordar todo lo que pasó en la noche anterior. Desde los piropos malos que decía Gavi hasta quedarme a dormir en casa de Pedri.

Me levanté e iba en ropa interior y una camiseta encima. La camiseta me iba como un vestido y no se me veía nada, pero por si acaso me puse los pantalones que me dejó el canario la noche anterior.

Bajaba a la cocina mientras encendía mi móvil para ver la hora. Una vez encendido subí el brillo o sino no veía nada y me quedé sorprendida al ver que eran las 2 de la tarde.

¿A que hora habríamos ido a dormir el día anterior?

Fui hacia la cocina que solamente se separaba del salón por una isla de cocina que le daba un toque moderno a la casa ya que tenia una decoración rústica. La casa estaba a las afueras de la ciudad, apartada de todo el mundo así no le molestaba nadie.

Vi que algunos chicos se encontraban sentados en la isla de la cocina. Yo me senté en una de las sillas libres, puse mis brazos en la madera de la isla y apoyé mi cabeza sobre estos.

—Buenos días.—dije con una voz ronca.

—¿Quieres café?.—Preguntó Pedri.

Yo hice un ruido con mi garganta asintiendo y uno o dos minutos después tenía enfrente de mi un café junto a un ibuprofeno.

—Gracias.—dije después de beberme el café de un trago junto a la pastilla.

—Si que tienes dolor de cabeza, chica.—dijo Gavi sentándose en la última silla libre al lado de la mía.

—Ni te lo imaginas.—me quejé poniendo mi cabeza en su hombro.—Me volvería a dormir aquí mismo.

—Hazlo si quieres, estás como en tu casa.—dijo el propietario de esta.

—Si no os molesta me vuelvo hacia arriba.—dije levantándome lentamente.

Volví a subirme al mismo cuarto en el que había dormido y me tiré a la cama.

No sé si sería por el alcohol de ayer o que pero me encontraba fatal. No sólo era dolor de cabeza, eso sería por la resaca, también me dolía mucho la parte baja de mi barriga.

Mierda, me va a bajar.

Rápidamente me levanté y fui corriendo al baño que tenía la habitación. Por suerte me miré mi ropa interior y aún no había manchas de sangre, aunque no tardarían en aparecer.

Volví a la habitación y saqué todo lo que tenía dentro mi bolso en busca de alguna compresa. Gracias a dios que aún me quedaba una así que volví al baño y me la puse.

Luego volví a bajar a la cocina, ya que, con el susto se me habían quitado las ganas de dormir que tenía antes.

—¿Ya estás aquí?.—dijo Gavi al verme.

—No me he podido dormir.—le resté importancia.

Nos quedamos unos segundos mirándonos fijamente hasta que Pedri habló haciendo que pusiéramos nuestras miradas en el.

Jugador desconocido-Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora