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Los días iban genial con Lidia por casa.

No paraba quieta.

Desde que fuimos a buscarla a casa de mis padres para traerla unas semanas aquí, está mucho más feliz.

Ella era lo que faltaba para que esta casa tuviera un poco de vida. Siempre se pasaba haciendo ruido, si no era porque estaba en llamada con sus amigas era porque estaba escuchando música a todo volumen. Siempre escuchaba Saiko o Olivia Rodrigo, depende de que con que ánimos se hubiera despertado.

También nos pasábamos el día hablando de chismes como unas marujas. Y tampoco olvidar el detalle de que Pablo pasaba más tiempo en mi casa con nosotras dos que en la suya.

Hoy tristemente volvía al trabajo. Me habían dado unos días de vacaciones ya que ya habían nuevos trabajadores. Eran todos muy majos, por lo que me había contado Dani, que había vuelto de las vacaciones un día antes que yo.

Iba a dejar a Lidia con Gavi toda la mañana, supongo que se la llevaría a ver su entreno y luego saldrían a pasear o se pondrían a jugar al FIFA. Ellos dos se llevaban genial, menos cuando jugaban a la play ya que uno siempre salía enfadado, eran prácticamente iguales en tema personalidad. Eso me alegraba, ya que si tenia el okey de mi hermana sobre si podría llegar a ser mi novio o no, no necesitaba nada más.

—Lidia, Gavi te enviará un mensaje cuando esté viniendo para recogerte. No entres en la cocina que te veo capaz de prenderle fuego a la casa.—reí y le di un beso en la frente.—Adiós bonita.

Ella se despidió de mi y cerré la puerta. Pude escuchar como ponía música a tope en el altavoz. Reí y pensé que yo hace unos años habría hecho lo mismo.

NARRA GAVI

Ona ya me había enviado el mensaje de que ya iba hacia el trabajo, así que le respondí y me preparé para ir a recoger a Lidia y luego ir hacia el entrenamiento.

Sabía perfectamente que a Lidia le hacía muchísima ilusión ir, me lo había comentado alguna que otra vez ya que decía que el fútbol para ella era lo más importante de su vida porque en el momento que se ponía el fútbol en su casa era el único momento que tenían de felicidad toda su familia junta. Esto Ona también me lo había comentado alguna que otra vez, por eso era que eran tan aficionadas. Una de las primeras cosas que me dijo Lidia fue que ella también jugaba a fútbol. Jugaba en el equipo de su ciudad y me dijo que le encantaria que algún día fuese a verla jugar. Yo, obviamente, acepté su propuesta encantado.

—¡Hola Gavi!.—dijo alegremente la adolescente que me abrió la puerta.

—Hola Lidia.—dije con una sonrisa.—¿Has desayunado?

Ella negó con la cabeza.

—Ona me ha dicho que no entré en la cocina que me ve capaz de quemarla.—rió.—No he entrado por si acaso.

Yo reí y entré al piso.

—¿Quieres que te haga unas tostadas con chocolate?.—ella asintió.—Pues come rápido que te voy a llevar a un sitio que te va a encantar.

—A que me dices cuál.—hizo ojitos de cachorrillo.

—Mhm mhm.—negué.

Aunque no se como no se había dado cuenta de que la iba a llevar a la ciutat esportiva. Literalmente iba con la ropa de entrenar.

Al rato nos subimos en mi coche y puse rumbo hacia el campo donde entrenaba.

—¿Sabes que Gavi?.—preguntó.

—Que.

Me dice "so" o "mec" y la dejo tirada en medio de la carretera. Pensé.

—Mi sueño es ir a la Masía, como lo hiciste tu, y ser una futbolista profesional igual de buena que Alexia o Aitana.—dijo con un brillo en los ojos.

Jugador desconocido-Pablo Gavi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora