Una muerte rápida

736 127 3
                                    

En las profundidades de una catedral abandonada hacía mucho tiempo, Kaecilius y sus devotos fanáticos se reunieron, sus capas oscuras proyectaban sombras espeluznantes a la tenue luz de las velas. Ante ellos se extendía una intrincada disposición de símbolos místicos, pulsando con una energía de otro mundo. Kaecilius, con los ojos llameantes de fanatismo, estaba en el centro, y sus seguidores formaban un círculo a su alrededor.

Con un canto bajo y resonante, las voces de los fanáticos se entrelazaron, resonando con las vibraciones de los símbolos. El aire mismo pareció temblar cuando comenzó el ritual, y su conexión con la dimensión oscura se hizo más fuerte con cada palabra.

Cuando el canto alcanzó su clímax, el tejido mismo de la realidad pareció rasgarse, revelando un remolino de oscuridad. De sus profundidades surgió una presencia que les provocó escalofríos: el temido Dormammu en persona.

Kaecilius y sus fanáticos cayeron de rodillas, con la cabeza inclinada en señal de reverencia mientras la voz de Dormammu resonaba a su alrededor. "Kaecilius, mi leal sirviente, has llamado y yo he respondido. Habla de tus deseos".

Kaecilius, con la voz temblorosa de reverencia, se puso de pie y se encontró con la mirada de Dormammu. "Buscamos tu guía y poder para llevar a cabo tu voluntad".

La presencia de Dormammu pareció aumentar, su aprobación tangible. "Hablar."

"Te rogamos que nos concedas más fuerza, para que podamos y estemos listos para ejecutar tus órdenes", declaró Kaecilius, con voz firme. "No deseamos nada más que servirle lo mejor que podamos".

Una sonrisa siniestra se dibujó en el rostro informe de Dormammu. "Muy bien. Te concederé los medios para lograr tus deseos, pero me temo que tendrás que esperar. Una vez que hayas derribado los santuarios, sus barreras se derrumbarán y mi influencia se filtrará en los reinos. Entonces, y sólo entonces, podré regalarte más de mi poder".

Con un movimiento de la mano incorpórea de Dormammu, una oleada de energía oscura envolvió a Kaecilius y sus fanáticos. Sus cuerpos temblaron al sentir su poder, pero no pudieron absorber ni un solo grano de él. Sus sentidos se ven abrumados por una sensación a la vez embriagadora y de pesadilla.

Mientras la energía oscura los invadía, la voz de Dormammu reverberaba en sus mentes. "Avanzad, sirvientes míos, y desatad el caos que tanto deseáis. Derribad los santuarios y dejad que los reinos tiemblen".

La energía del ritual alcanzó su punto máximo y la presencia de Dormammu comenzó a desvanecerse lentamente. Kaecilius y sus fanáticos observaron cómo el vórtice de oscuridad se cerraba, dejándolos con un deseo de poder aún mayor que antes.

"Prepárense", ordenó Kaecilius, su voz cargaba el peso de su oscuro pacto. "Comenzaremos nuestro ataque al Santuario de Londres en dos horas. Ha llegado el momento de poner fin a la débil defensa del Ancestral".

Sus seguidores asintieron, sus ojos ardían con un deseo hambriento de poder. Los fanáticos se dispersaron, cada uno preparándose para la batalla que los acercaría a su objetivo final... la aniquilación de Kamar-Tak y el ascenso del reinado de Dormammu.

—————

Había pasado casi un mes desde que el Doctor Strange se unió a las sesiones de entrenamiento de Peter. La sala de entrenamiento del London Sanctum estaba llena de energía mientras el trío estaba uno al lado del otro, Lily y MJ flanqueando al Doctor Strange. La habitación estaba bañada por una luz suave y etérea que iluminaba sus expresiones concentradas.

Peter, de pie a distancia, observaba atentamente mientras los tres practicaban sus artes místicas. Había elegido el Santuario de Londres para estas sesiones, sabiendo que el ataque de Kaecilius y sus seguidores era inminente. En la película Doctor Strange, el Santuario de Londres fue el primero en caer. Entonces Peter decidió pasar su tiempo aquí, esperando que apareciera Kaecilius.

Soy el Hombre Araña (MCU) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora