En medio de la euforia por la resurrección de la Valquiria, Brunilda se sintió abrumada por emociones que había reprimido durante mucho tiempo. Cayó de rodillas y las lágrimas corrían por su rostro mientras abrazaba a sus hermanas recién restauradas. El vínculo entre ellos era inquebrantable y se forjó a través de innumerables batallas y camaradería compartida.
Sin embargo, en medio del alegre caos, una voz familiar sonó, ordenando a la Valquiria resucitada. "¡Abran paso! ¡Abran paso!"
Brunhilde levantó la vista y sus ojos llenos de lágrimas se abrieron cuando vio la imponente figura caminando hacia ella. Era Lady Astrid, la líder de las Valquirias, la maestra de Brunhilde y lo más parecido que tenía a una madre.
Lady Astrid, la formidable líder de las Valquirias, era una presencia imponente en todos los sentidos. Alta y orgullosa, poseía un porte regio que exigía respeto. Su largo cabello dorado caía en cascada sobre su espalda en una gruesa trenza, símbolo de su fuerza y tradición.
Aunque tenía una figura esbelta y elegante, no había duda de la fuerza subyacente que yacía bajo su armadura asgardiana. Sus músculos, aunque no voluminosos, estaban tonificados y bien definidos, testimonio del riguroso entrenamiento que había recibido a lo largo de su vida.
La belleza de Astrid era innegable, sus rasgos llamativos y cautivadores. Sus penetrantes ojos azules contenían una sabiduría que hablaba de innumerables batallas y experiencias. Eran ojos que podían mandar y consolar al mismo tiempo, un reflejo que ella encarnaba como líder y figura materna para su compañera Valquiria.
Vestida con su armadura asgardiana, llevaba con orgullo los símbolos de su herencia guerrera. Una espada colgaba de su cadera, símbolo de su destreza en el combate y su inquebrantable dedicación a sus hermanas.
Pero más allá de su formidable exterior, Astrid poseía un alma profunda y solidaria. Su seriedad y autoridad como líder se vieron atenuadas por un amor y una preocupación genuinos por todas las Valquirias bajo su mando.
Su afecto más profundo, sin embargo, estaba reservado para Brunilda, a quien había tomado bajo su protección como una especie de hija. Con Brunhilde, su comportamiento severo se suavizó hasta convertirse en una presencia cálida y protectora, mostrando la profundidad de su amor y cuidado.
La confusión marcó el rostro de Lady Astrid mientras contemplaba la escena ante ella, tratando de darle sentido al inexplicable giro de los acontecimientos. El último recuerdo que tuvo fue sacrificarse junto a sus hermanas para salvar a Brunhilde y Asgard de la ira de Hela. Sin embargo, aquí estaba ella, viva y coleando, rodeada de Valquirias vivas y respirantes.
Cuando Lady Astrid se acercó, las emociones de Brunhilde llegaron a su punto límite. Gritó con todas sus fuerzas, su voz era una mezcla de emociones oscuras que había estado reprimiendo durante mucho tiempo.
"¡L-Lady Astrid! Lo siento... lo siento mucho... por favor no me odies... lamento haberte dejado morir... no debería haberme ido... lo siento... lo siento". ... Lo siento..." Lloró como un bebé mientras se unía a la pierna de Astrid, rogando perdón una y otra vez.
Hela, todavía en su forma infantil, puso los ojos en blanco ante el arrebato emocional de Brunhilde. No pudo evitar pensar: '¿No debería ser yo el bebé aquí?'
La expresión severa de Lady Astrid se suavizó mientras miraba a Brunhilde, quien se aferraba a su pierna como si fuera un salvavidas. Se arrodilló y envolvió a Brunhilde en un abrazo cálido y reconfortante, como una madre que consuela a su hijo. Su voz era tranquilizadora, llena de comprensión y perdón. "Brunnhilde, querida, no tienes nada por qué disculparte. Hicimos lo que teníamos que hacer para protegerte".
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Soy el Hombre Araña (MCU) 3
AventuraContinuamos donde lo dejamos _______ AUTOR: AlienWarlord