Muerte espantosa

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En una pequeña sala de estar con poca luz, Hughie estaba recostado en el sofá, con sus pensamientos consumidos por una mezcla de frustración y anhelo. Los días habían pasado y las noticias de las heroicas hazañas de Pedro resonaban por todo el mundo. Sin embargo, Hughie sentía una persistente sensación de exclusión, un sabor amargo en la boca. Sus intentos de acercarse a Billy quedaron sin respuesta, dejándolo a la sombra de las grandes acciones de Peter.

Su padre, sentado frente a él, suspiró, tratando de consolar a su abatido hijo. "Hughie, Vought está cayendo, se está haciendo justicia. Deberías estar agradecido por eso".

Pero Hughie no pudo encontrar consuelo en la victoria más amplia. Su atención permaneció fija en un objetivo, A-Train. El hombre que le había robado el amor de su vida. El hombre que había destrozado su mundo. Hughie no podía dejar de lado el ardiente deseo de venganza personal, la necesidad de hacer que A-Train pagara por el dolor que había causado con sus propias manos.

A medida que pasaban los días, Hughie se dio cuenta de que Peter podría no cumplir su promesa de permitirle acabar con A-Train personalmente. La frustración lo carcomía y luchaba con la agitación interna de la venganza incumplida. Los intentos de su padre por apaciguarlo cayeron en oídos sordos, ya que Hughie anhelaba cerrar la situación en sus propios términos.

En la habitación con poca luz, el teléfono de Hughie permanecía en silencio, sus repetidas llamadas a Billy sin respuesta. La conexión que alguna vez fue esperanzadora ahora se sintió cortada, dejando a Hughie con una sensación de abandono. La camaradería que creía tener con Billy parecía distante y el aislamiento alimentó su determinación de tomar el asunto en sus propias manos.

Una noche, mientras las sombras se hacían más largas y el silencio resonaba en la habitación, Hughie tomó una decisión. Haciendo caso omiso del consejo de su padre de dejar que las autoridades se encargaran del asunto, se puso de pie con una nueva determinación. La búsqueda de justicia, según él la veía, exigía una implicación personal.

Sin decir una palabra, Hughie agarró el cuchillo más grande de la cocina y abandonó los confines de su casa, saliendo al aire fresco de la noche. Sabía exactamente en qué hospital fue admitido A-Train, por lo que su destino estaba claro. Se enfrentaría a A-Train y exigiría la venganza que se le había escapado durante demasiado tiempo.

Justo cuando Hughie dio un paso hacia su auto para embarcarse en su misión, un repentino portal dorado se materializó ante él, y una figura inesperada cayó, aterrizando a sus pies.

Era A-Train, vestido con una bata de hospital y con las piernas enyesadas. Dejó escapar un gruñido de dolor cuando cayó al suelo, con confusión y miedo grabados en su rostro. Hughie se quedó estupefacto ante el inesperado giro del destino, su agarre se aflojó y casi dejó caer el cuchillo.

Segundos después, detrás del héroe lisiado, Peter salió del portal con las manos en los bolsillos. "Oye", caminó casualmente hacia Hughie, mirando el cuchillo en sus manos con una mirada de comprensión. "Buen momento", comentó Peter, imperturbable y bastante causal. "Lo traje como lo prometí".

La sorpresa de Hughie era palpable, su mirada oscilaba entre Peter y A-Train. La gravedad de la situación se hizo evidente cuando Leter pateó a A-Train hacia Hughie. A-Train, ahora completamente consciente, comenzó a arrastrarse en un intento desesperado por escapar, sus piernas rotas obstaculizaban su progreso.

"¿Por qué estás haciendo esto?" Suplicó A-Train mientras miraba entre Peter y Hughie, su voz era una mezcla de dolor y confusión. "¡Ya tengo las piernas rotas! ¡Estoy jodidamente lisiado! ¿Qué más quieres de mí?"

Hughie, con la ira hirviendo bajo la superficie, sintió una oleada de frustración. A-Train no lo reconoció, no recordaba a quién le había quitado todo. Mientras A-Train suplicaba clemencia, el resentimiento de Hughie ardía aún más.

Soy el Hombre Araña (MCU) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora