Capítulo IV: El despertar

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Hola a todos, desde este capítulo la naturaleza de Daemon cambia. 

Con la persona que pidió esta historia, nos basamos en las carácteristicas de los Enigma, así que lo escribimos salvaje y con 0 amabilidad.

Advertencias: Caos, violencia, muerte, pánico, etc. 

Leer con cuidado, porque se viene más tóxico que Chernobyl, y con términos de Omegaverse que mandaron mi mente a saturno y la hicieron volver jaja.

Espero sus comentarios.

Besos y abrazos.

La guardia real que estaba en el salón de la fortaleza abrió las puertas para anunciar a los príncipes.

Daemon y Rhaenyra entraron al lugar  y ella se soltó de él porque no quería darle la satisfacción a su padre de verla abrazada a él.

Daemon la miró con desafió pero ella le apartó la mirada. 

Ella simplemente jamás se comportaría como se suponía que debiera hacerlo.

Personalmente no le molestaría, si ella no lo dejara en ridículo con todos los demás Alfas del lugar.

Ninguno se atrevía a reírse de la situación, pero sabía que muchos lo hacían internamente.

Daemon movió la silla de Rhaenyra para que ella se sentara, y ella le apartó bruscamente la mano.

- Puedo hacerlo sola- dijo ella desafiante acabando con la inexistente paciencia del príncipe.

- Siéntate ahí- gruñó él en una orden y cuando ella lo desafió la tomó del hombro y la obligó a sentarse.

Jacaerys hizo ademán de pararse por si él lastimaba a su madre, aunque realmente no quería enfrentar al príncipe, pero era su madre de quién se trataba.

Sin embargo la situación no pasó a mayores y tal vez porque Rhaenyra vio a Jacaerys casi ponerse de pie, ella dejó de desafiar al príncipe y de intentar hacerlo quedar en ridículo.

El rey dio un discurso sobre la reciente victoria de su hermano en batalla y todos aplaudieron al príncipe, menos Rhaenyra por supuesto.

Alicent solo la miraba y le rogaba, le suplicaba que por favor dejara de hacer eso.

El rey hablaba sobre como su hermano dirigiría sus tropas para conquistar terreno salvaje en el norte y Rhaenyra sonrió.

- Entre más lejos esté, mejor- murmuró ella y su murmullo alcanzó a escucharse haciendo a todos jadear sorprendidos por el atrevimiento de la princesa Omega.

- Rhaenyra- gruñó Viserys mirando a su hija y Rhaenys Targaryen que estaba allí intentó ayudarla. 

- La princesa no quiso decir lo que escuchamos- dijo Rhaenys mirando a su primo y él volvió a gruñir.

- ¿Podrías aclararnos tus palabras hija?- preguntó Viserys y Alicent estaba rezando a los 7, a los dioses valyrios, a las estrellas y hasta a los dioses del infierno, para que Rhaenyra no empeorara su suerte.

Rhaenyra miró la molestia en los ojos de su padre, y ni siquiera quiso mirar a los ojos de su esposo. Miró a sus hijos, sobre todo a Jace que parecía resignado a tener que defenderla, miró a Alicent rezando notoriamente, y miró a Rhaenys que le ordenaba con la mirada que no tentara a su suerte.

Rhaenys era lo más cercano que tenía a su madre, por lo que obedeció y rectificó sus palabras.

- He dicho que entre más lejos pueda expandirse nuestro reino, será mejor, la conquista debe continuar- dijo ella rectificando y Aemond viendo la miseria de su madre que rezaba, levantó su copa y brindó.

El despertar de la sangre valyria (Daemyra)Where stories live. Discover now