Pretty Ꞝ Sahyo

veintiseis¡!

Tiempo actual...

—Le pregunté a Bangchan y me dijo que iba a ver si conseguía las respuestas— dijo Sana guardando su teléfono

en el bolsillo trasero de su pantalón.

—Ay, qué amable— habló la chica que tenía su cabello azul ya casi decolorado.

—Si te pasa las respuestas repasamos hoy aunque sea tantito— sugirió Chaer.

—¿Por qué hoy? Ni siquiera dijo día para el examen— se quejó Nayeon.

—Porque conociendo a la profe se atreve a ponernos el examen mañana mismo— agregó Jihyo, quien sacó su libro de la materia para buscar el tema donde se habían quedado.

Momo revisó su celular cuando percibió una notificación por la vibración de éste. Contestó la llamada entrante con los gritos molestos de sus amigas en el fondo, al cabo de 5 minutos colgó y miró a todas con una mirada recriminadora.

—Me acaba de decir mamá que tiene que hacer no sé qué y que me tengo que ir con mi tío a su trabajo— exclamó Hirai.

Dahyun recordó cuando hizo amigas por primera vez, estaba emocionada porque a pesar de que le había costado adaptarse a su escuela finalmente se le dió la oportunidad de hacer amistades.

¡Todo era fantástico! O eso fue hasta que comenzó a percatarse que siempre que hablaban de ella no era llamada por su nombre sin antes decir que era el hija del presidente. Gracias a ello algunos de sus compañeros y personas de la escuela comenzaron a alejarse de ella y decir que era una falsa persona que presumía de su estatus y el valorable puesto de su padre dentro del país.

Aún con 14 años, perdió la confianza para hablarle a quien tuviera cerca con miedo a que le dijera algo malo o que fuera otra de esas personas que se le acercara por conveniencia. Fue entonces que sus papás la cambiaron de escuela, ahí el ambiente era mucho más agradable, y a diferencia del colegio al que iba, ésta era una escuela privada.

Ahí sus compañeros no la juzgaban y la trataban bien al igual que ella a ellos, aún así había gente a la que no le terminaba de caer bien pero no es como si se le acercaran a decírselo. Por cierto, ya tenía amigas, y justo había salido con ellas el día anterior al parque de diversiones que había visto aquella vez.

Ese día que había sido atrapada en los brazos de un linda chica pelinegra que le había ayudado a conseguir la plastilina que tanto quería y le había robado un sonrojo, y todo había pasado de un instante a otro que ni siquiera se dió el tiempo de preguntarle su nombre o darle el suyo.

Ojalá pudiera verla otra vez.

La pelinegra se encontraba junto a su tío en su lugar de trabajo, ahora mismo estaban en la recepción del mismo y el hombre le dió unas indicaciones a su sobrina antes de reanudar lo que estaba haciendo antes de recibirla.

—Okay, debo terminar de revisar una lista de pendientes, pero tú puedes quedarte en la sala que está por allá— señaló a la izquierda, Momo asintió y siguió la orden.

A la chica le causaba curiosidad la Casa Azul pero se quedó con las ganas de explorar como hubiera querido, no quería interrumpir a nadie de su trabajo, y sobre todo a su tío, el mayordomo del presidente.

Al parecer el presidente y su familia no estaban en casa pero eso no le preocupaba mucho ahora, ella tenía deseos de conocer al soberano de su nación pero en base a sus méritos, sí, soñaba con ser reconocida en el país por sus logros algún día y ese día sería fantástico.

—¡Myung, llegué a casa!— entonces una voz lo sacó de su ensoñación.