Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tras tu pregunta, en un santiamén, te preocupo que no contestara, esta vez sentías diferente el por que te ignoraba, a diferencia de otras veces que se notaba que estaba vigente su amargura en ello, ahora sentías desespero. Preocupada te hacercaste a el, preguntándole sobre su estadía, no contesto, y eso te desanimo más, no sabías que hacer, ni como reaccionar, solo tenias una oración en boca y la ibas a usar. Lastimosamente no fue la mejor acción en el momento. Su mirada estaba fija en el camino, por ende no se percató enseguida de tu acción, agarrate su brazo pasando el tuyo por abajo para finalmente enrollarlo.
-Zohakuten-san, si se siente mal o quisiera desahogar algo me tiene a mi para escucharlo...- Dulce y amena dirigió sus palabras. -Se que no hay tanta confianza entre nosotros, pero no es malo empezar por algo- una leve sonrisa eboso en tus labios.
Un tierno gesto para ella, un colapso para el, pero la erupción total fue cuando sintio caer un peso en su hombro, mediante tus dotes demoníacos te adaptaste a su altura con fin de tener más comodidad. Sintió como acariciaste su brazo sutilmente, pasando tus dedos por sus músculos, tocandolos con timidez, y delicadez como si el fuera una rosa, tu tacto tan suave y refinado hizo que se le erizaba por completo toda su piel canela que cubría cuerpo, tan como si era que ella dará un consuelo, lo satisfacía.
Para prender más fuego a la hoguera ardiente en candela, no había ni un mínimo revoltoso viento que lo ayude y sea capaz de despejar el ambiente, cual por tu cercanía se vio marginado de tu irresistible fragancia. Oh... tanto le gustaba ese olor que esta vez ni siquiera busco abstenerse a poseerlo, aceleraba su respiración a fin de agarrarlo con más desespero, la exquisitez misma si tuviera representación, seria su fragancia que se asemejaba a la humedad de las flores en plena primavera.
Sucumbió a su derrota...
Tan candente era ella que su ingenuidad y delirancia, lo engatuzaban jugando con sus sentidos y pensamientos, ya no pensaba quedarse así, arremetió contra ello varias veces tratando de aguar sus deseos, a fin de hacerles entender lo estupido que era el amor... Pero al parecer, todo esto solo frenaría de una forma, pero si ahí frenaba no le molestaría en probarla.
A puro impulso se movió.
De la nada sentiste como con velocidad te tomó de los hombros estampandote contra un gran y enorme árbol, el cual se agrieto por la brusquedad de el ataque y inmovilización que habías recibido, su afianzado agarre hacia que sus uñas se clavaran en tu piel, dejando leves hilos de sangre que se deslizaban de la punzada, no era doloroso para ti, pero eso no incluía que tenía derecho a lastimarte.
Tras el shock solo levantaste tu mirada con nervios estampados en ella, sus ojos afilados como el de un lobo atarantado y exasperado, hicieron que te retorcieras levemente.
-¿Z-zohakut- un leve temor era vigente en tus palabras
-Haz lo que te pedí- Ordeno recto, afianzando su agarre y de golpe acercando más su rostro, cual evidencia daba de estar completamente rojo.
