Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
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Abonanzado de sentir el peso de tu cuerpo encima suyo, no buscaba ni inmutarse por la luz de la luna que llamaba a las puertas de la alcoba en la que ambos seres opuestos recidían, tu ni inmutada estabas por el pasar del tiempo, que como si fuera consecuencia de tu tranquilidad no buscabas despertar, tu comodidad era más grande por sobre todo en estos momentos, tan plácida en tu sueño te veía el contrario, asegurando de vuelta su suposición de el sueño pesado que ahora confirmo que tenias.
No te moviste, ni mucho menos sentiste algo, el jugueteo de Zohakuten con tu fino cabello no fue la excepción, divertido jugaba con los mechones de tu cabello pasándolos por sus dedos y al mismo tiempo agraciado se encontraba por el olor cautivador que siempre le ofrecías. No le molestaba perder el tiempo esperándo tu despertar, por sobre todo, el creía que se lo merecía después de adelantar el camino que tuvieron para ahorrar más tiempo, inclusive, a el mismo no le molestaría mal gastarlo.
Salio de sus pensamientos sintiendo como te removias encima de él, llevando su vista hacia bajo vio como tus manos se esforzaban en hacer fuerza para frotar tus párpados y una vez cumplir su cometido, hacer que el peso de tu cabeza caiga de nuevo en su tonificado pecho cual no estaba cubierto por aquella pieza tan valiosa de oro.
Te estiraste sobre el haciendo despertar por completo tus sentidos, cuales no querían dejar atrás el cómodo momento en el cual se encontraban.
-...que cómodo...- Murmuraste somnolienta profundizando tu peso.
-Gracias- Exclamó en voz alta, intentando no soñar sarcástico como de costumbre.
De golpe abriste los ojos, viendo la lejanía que tenía tu rostro del suelo, para sorprenderte aún más y encontrar su pecho desnudo, más sus pectorales cumplian a la perfección el rol de almohada. Con una gota de sudor resbalandose de tu frente, en un inmundo silencio; lo miraste, portando un rubor en la cara y encontraste aquel rostro amargó, que en el momento, el estaba luchando por mantenerla así, y con la cabeza gacha buscaste esconderte devuelta en su pecho.
-Que fergüenza- Alargaste la a, mientras tus palabras se distorsionaban porque cubrías el resto de tu rostro expuesto.
Un silencio brillo por su presencia, pero el desespero del mayor actuó en reacción, tomando tu cadera, giro bruscamente tu cuerpo para estamparlo contra el piso y cambiar la pose en la que estaban, el ahora arriba de ti.
-¿Te da vergüenza estar encima mío cuando literalmente quieres verme hasta el alma? - Lo tosco de su cuerpo se plasmó encima tuyo provocándole mareos a tu estómago capullo de mariposas.
-¿¡Que-e!?- Sin vergüenza viste sus ojos infames resguardados por su gabela.
Aquel contacto visual lo plasmó por un momento, pero no daría la gracia a que este se manifieste, manteniendo el mismo rostro de siempre trago duro antes de dejar el rojo caer por su piel.
Sin esperarte más te sujeto por debajo y con suma facilidad te cargo para moverte. Sin por supuesto querer verte el rostro, se dirigió a la puerta de la habitación para ver la demacrada residencia que ni siquiera sabía protejer del sol. Dándote de vuelta la espalda veías como de a poco se alejaba.
