Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
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Era curiosa su apariencia...
Su cabello era curioso, se enlazaba hacia arriba formando una figura congruente a la de una llama ardiente en candela, siguiendo la misma dirección de aquellos dos frondosos cuernos acorazados que asegurabas que tenía. Con aquel par de accesorios parecidos a unos alzapaños que se degradaban asemejándose los colores de un atardecer despidiéndo el día, hacia resaltar las grandes orejas de elfo que tenían.
Soltaste una leve sonrisa al ver lo bonitas que eran.
Estando un paso más al frente, no podías verlo por completo, pero la luz que delicadamente se apoyaba en el ayudaba a dar con ciertos aspectos.
Sus brazos bien trabajados se mostraban cubiertos por un par de mangas negras con una franja blanca que se apegaban a su cuerpo, ¡Oh! Y no olvidar también aquella prenda tan característica que rememoraba a Hantengu, ese patrón de rombos que encerraban flores, colgaba de la cintura en compañía a una tela blanca que se balanceaba a cada lado.
Por un momento te olvidaste de su aura agonizante.
La armadura de oro que se desplegaba de sus hombros, llamó tu atención y el como cubría su espalda alta le daba más definición a su apariencia. Proporcionándole así ante tus ojos un aspecto elegante. Inconscientemente siguiendo la línea del contorno de la armadura, te inclínate un poco apoyando ambos brazos frente tuyo y ladeaste tu cabeza para verlo, haciendo que los mechones sueltos de tu cabello caigan en sintonía a la acción. Siguiendo el contorno bajaste hasta su pecho y volviste a subir apreciando el metal que encandilaba tus ojos al ser tan atractivo y pintoresco. No era algo que solías ver tan de seguido. Una vez terminaste tu mirada se dirigió sin vergüenza a su rostro, siendo imprudente al realizar la acción, apreciaste las facciones que el tenía y notar lo fruncido que estaba su entrecejo hasta el punto que se le arrugaba por completo la frente demacrando su piel, haciéndola tener un color más rojizo que contrastaba con el morado que poseía su cien y la parte inferior de sus parpado, olvidándote de resaltar aquel diseño que caía a ellos semejantes a una raíz en crecimiento.
Para al final ver aquellos encandilantes ojos citrinos, que como remplazo de iris tenían el kanji que ambos demonios compartían. Por parte del susodicho ya se molestaba ante la constante mirada analizadora de la contraria haciendo que otra vena se remarcada en su frente. Y sin esperarse lo que haría, movió sus ojos viéndote de reojo, incrustando su mirada en la fémina, paralizandote por completo nuevamente.
Ahí prestaste atención a su aura... reaccionaste rápidamente ladeaste tu cabeza enderezado tu espalda, casi cayendo torpemente, mientras te mantenía cabizbaja, sabias que seguía mirándote, salvandote de él Kibutsuji hablo:
–¿Acaso creen que pueden hacerme perder el tiempo? – Una ventisca sucumbió a ambos al escuchar sus palabras, aquella perversa y violenta aura los hizo a ambos tumbarse y arrodillados rendirle benevolencia al mismísimo rey de los demonios – El pasar no es algo que me afecte, pero creo que no vale ni un solo segundo el esperarlos a ustedes.
