Encandilado ante aquel viril fulgor que aquella mujer cortejaba en el, al hacerle sentir lo bienaventurados que eran sus ojos al tener la dicha y gracia de poder admirarla bajo la incandescencia de la luna, se obsesionaba constantemente en arremeter...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todavía no cabía en tu mente el hecho de la gran resistencia que presentó en el intervalo de estos 2 días tu técnica, incluso hasta hoy seguía presa en el cuerpo de tu amado, pero olvidaste por completo que cuando Zohakuten baja la guardia, los demás clones de Hantengu buscaban salir y disolver su cuerpo, el te advirtió nuevamente de esto y por petición suya te alejarías un día completo de el alojamiento de porsapia agena, con temor de que a los clones sobrantes les repercuta tu técnica.
Caminabas sin rumbo fijo, observando las pequeñas flores que surgían entre medio de los pastizales para poder encontrarse con la incandescencia de la luna, que de a poco desaparecía por las nubes que vestían al cielo nocturno, sin ser visible su joven encanto.
El viento resoplaba y la temperatura abrazaba con fuerza tu cuerpo. Era una noche fría y más aún para ti por tú soledad, desearías mostrarle a Zohakuten este hermoso ambiente, por lo que te había dicho le encantaría. Le encantaban los climas abundantes de viento mezclados por la humedad.
Tus pies simplemente se seguían uno al otro, atravesando las malezas del bosque, posiblemente se movían buscando un camino o algún estanque en el que se pueda observar su frondosa flora naciente de propias aguas cristalinas.
Tras horas de una caminata, lograste llegar a un sendero que era simplemente imperceptible a causa de la carencia de luz de la luna. Reconocias el lugar ya que una de tus incontables misiones fueron dadas por aquí, incluso estaba también cerca de otros puntos los cuales ya también visitaste por orden (o por gusto)
Seguiste caminando hasta que un destello a lo lejos llamó tu atención, una pequeña farola que luchaba por mantenerse encendida hacia en la espalda de un hombre que a tu parecer, la edad la había arrastrado para abajo, decidiste acercarte ahora ya con curiosidad, a su vez por la familiaridad que te nacía ver su caminata, no tardaste mucho para por fin identificar la figura.
-¡Señor Botan!- Un destello de alegría salió de tu cuerpo impulsandolo levemente hacia arriba. De a saltitos largos llegaste a su lado, mucho antes de que pudiera reaccionar.
-¿____? Jovencita que haces devuelta por estos lugares- Sus ojos casi cerrados por las arrugas te miraron con desaprobación- ¡Es muy peligroso rondar así!
Hachiko Botan era un humano de la tercera edad con la cual te habías encariñado desde su primer encuentro, tenía un carácter terco pero una personalidad generosa, lo recordabas a menudo ya que desde su primer encuentro decidiste protegerlo con tu técnica, esto para evitar que otros demonios de rangos inferiores al tuyo lo ataquen.
Soltaste una leve risa por su comentario.
-Agradezco su preocupación Señor Hachiko, pero le refrescó sus memorias diciéndole nuevamente que soy un demonio - Sonreiste un poco apenada.
