Kayn y Tú "Supremacía"

Capítulo 17

En los días que siguieron, la caza de Khada Jhin continuaba, cada vez más intensa y peligrosa. A pesar de las complicaciones en su embarazo y los dolores que T/n experimentaba, se mantenía firme en su determinación de ayudar a poner fin a la amenaza que Jhin representaba. A medida que el parto se acercaba, sus esfuerzos se volvían más arduos y la preocupación de todos a su alrededor aumentaba.

La tensión en el equipo era palpable mientras perseguían a Jhin por lugares oscuros y escenarios peligrosos. Los disparos resonaban y las balas silbaban en el aire, manteniendo a todos alerta y en movimiento constante. T/n se mantuvo cerca de Kayn, protegiéndolo en cada oportunidad que tenía, incluso cuando eso significaba exponerse a mayores riesgos.

En un enfrentamiento particularmente intenso, las balas llovieron sobre ellos como una tormenta de acero. T/n, en el fondo sabía que los dos iban a salir heridos luego de esa lluvia de balas, con valentía, se interpuso entre Kayn y las balas, utilizando su cuerpo como escudo humano. A pesar de sus mejores esfuerzos, varias balas la alcanzaron, causándole un daño grave e irreversible en su vientre. El dolor se apoderó de ella mientras caía al suelo, perdiendo sangre y sintiéndose cada vez más débil.

Kayn la atrapó en sus brazos, su rostro lleno de angustia y desesperación. Gritó su nombre, buscando despertarla, pero sus ojos se cerraron lentamente y su cuerpo se volvió inerte. La lluvia continuaba cayendo sobre ellos, mientras él, atónito, la sostenía en sus brazos.

En medio de la lluvia y la tensión del enfrentamiento, Jhin se mantuvo observando en silencio desde la distancia. Sus palabras murmuradas apenas se escucharon por encima de la lluvia.

—El típico relato del hilo rojo... Al parecer intervino el bello arte del matar.

Sin decir más, Jhin se alejó, desvaneciéndose en las sombras mientras el equipo se acercaba. A medida que el sonido de los disparos se desvanecía y la lluvia cesaba, la tristeza y la impotencia llenaron el aire. T/n yacía inconsciente en los brazos de Kayn, su vida pendía de un hilo.

El equipo la llevó de vuelta al templo de las sombras, donde los sanadores hicieron todo lo posible por estabilizarla. Los días pasaron en agonía mientras Kayn esperaba afuera de la sala de sanación, su mente llena de culpa. Él todo el tiempo sobrepensaba, había perdido a su amada, a quien había luchado por proteger. La angustia lo consumía mientras la incertidumbre colgaba en el aire.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, un cirujano salió de la sala y miró a Syndra quien estaba muy ansiosa.

—Ella ha sobrevivido, pero su estado es crítico. El bebé no pudo ser salvado y su salud sigue siendo frágil. Necesitará tiempo para recuperarse...
Sobre las secuelas, para ella no será posible llevar a cabo otro embarazo después de esto.

Kayn sintió un nudo en la garganta mientras asimilaba las palabras del cirujano. T/n había sobrevivido, pero a un costo devastador. Entró con cautela a la sala de sanación, encontrándola pálida y frágil en la cama. Sus ojos se encontraron y Kayn sintió el peso de todas las palabras no dichas entre ellos.

—T/n, Perdón...

Sus palabras fueron apenas un susurro, pero estaban llenas de pesar y remordimiento.

Ella le sonrió débilmente, extendiendo una mano temblorosa hacia él.

—No tienes que disculparte, Kayn. Ambos sabíamos a qué nos enfrentábamos...
Al fin y al cabo es lo que te hubiese gustado, ¿Verdad?

habló T/n débilmente con su voz quebrada.

—Ahora puedes seguir con tu vida... Sin esa responsabilidad de la que tanto dudaste.

Kayn tomó su mano con suavidad, su corazón lleno de dolor y amor por la mujer que tenía frente a él.

—No... Prometo que estaré aquí para ti, T/n. Te cuidaré y te apoyaré, pase lo que pase.

T/n asintió con un suspiro cansado.

—Sé que lo harás. Y yo estaré aquí para ti también.

El camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero juntos enfrentarían los desafíos que el destino les había presentado. A pesar de las adversidades y las cicatrices que llevarían, su amor y su determinación nunca se desvanecerían.