Origen: Eyeless Jack

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Advertencias sobre horror religioso, prácticas de cultos, abuso infantil, machismo y body horror.

...

Nadie sabe cómo es que Hambre terminó en esos pantanos, tan solo apareció en las aguas turbias y parecía atrapada en el reflejo de los ojos de los caimanes. Quizás en la época de la ley seca, tal vez después, aunque pudo haber sido durante la caza de brujas. De todos modos, lo único seguro es que Hambre apareció en este mundo, incapaz de saciar sus ganas de devorar hasta las ideas mismas de las personas.

Nadie sabe qué es Hambre, aunque John Nyras tenía una idea bastante clara; ella era la clave para poder poner en buen camino al mundo de degeneración en el que se estaba convirtiendo su amada América. Y, considerando que en la iglesia todos eran conscientes de su devoto espíritu, pensó que Hambre era una señal de Él.

Así, y en un par de años, construyó una pequeña comunidad en los pantanos, en uno de los brazos del bayou. Tantas personas que buscaban un lugar al que pertenecer, un hogar sin temor a la creciente ira de los demás. Incluso si su salvador era igual al problema inicial, con su mirada afilada en aquel rostro pálido, pero John les había hablado con tanta seguridad y consuelo.

Y ahí crearon un pequeño mundo, uno en el que Jack Nyras nació. Desde el primer día su padre sabía cuál sería su propósito, en qué se convertiría ese pequeño de piel morena y ondulado cabello oscuro.

Jack no diría que su vida fue un infierno, simplemente era lo necesario para poder crecer en un hombre correcto, en lo que correspondía. Protector, líder, devoto y fuerte. Sin embargo, las cosas fuera de esas tradiciones le asustaban demasiado. La voz alzada de algún adulto le hacía querer llorar, la idea de fallar podía mantenerlo encerrado en su habitación por horas, y las cicatrices en sus brazos eran muestra de la dura vida a la que su padre lo lanzaba constantemente. Ninguno de los niños tuvo que luchar contra un caimán, pero Jack debía aprender, para poder demostrar que en él estaba la verdadera seguridad.

Jack pudo haber perdido la cabeza en muchas ocasiones, pero siempre se mantuvo obediente.

Hasta que la hora de que Hambre despertara llegó. Una noche en la que todos se reunieron cerca de las aguas, escuchando a los insectos cantar y viendo a los caimanes vigilar las orillas. Entre máscaras azules y recitando palabras de El Libro, todos se juntaron en una misa improvisada por parte de John.

Primero fueron las sanguijuelas, saliendo del agua y reptando hasta morir en tierra. Después los caimanes, asustados de algo que se estaba moviendo en sus hogares. Luego le siguieron las garrapatas, tan grandes que parecían pelotas de golf con pequeñas patas de alambre. Y al final llegó Hambre, con tantos rostros azulados que se alzaban desde la superficie del agua pantanosa, observando con sus vacías cuencas y mostrando tantas lenguas negras que salivaban de la hambruna que las atormentaba.

Nadie se fijó mucho en ella, apenas visible en la noche. Por lo que bebieron del vino de comunión, oscuro en esa ocasión, pero todo parecía serlo en esa negrura. Nadie dudó al beber y todos se convirtieron en cuerpos, cadáveres. Excepto Jack, asustado al ver todo eso suceder y dudando en ese último momento.

Hambre debió de haber entrado en su cuerpo, el único trago que sería distinto. Pero él no pudo moverse, se quedó observando todas las caras vacías en el agua. No supo que hacer.

Los caimanes ni intentaron tocar esos cuerpos. Y, sin un cuerpo, Hambre no pudo salir de las aguas, desesperadas por obtener el cuerpo de aquel chico y poder devorar toda esa carne libre.

Jack no pudo despedirse de nadie, ni le dejaron ver cómo las autoridades se llevaban los cuerpos de su comunidad. Quedó solo y confundido, incapaz de comprender la repentina decisión de su padre. No supo nada hasta que terminó en otra casa, descubriendo lo extraña que eran fuera de su comunidad; algunas palabras eran distintas en El Libro; jamás volvió a ver a los mismos caimanes, con sus ojos característicos; nunca le volvieron a pedir que se lanzara en las aguas, o que pudiese arreglar los problemas del vecindario.

Jack estudió para poder tratar a los cadáveres, prepararlos para un funeral. Odia la imagen de su comunidad muerta, un escenario cubierto por la sangre, el vómito, la orina y las heces. Por ello no quiere que otra persona deba ver eso en la última oportunidad para despedirse de sus seres queridos.

En eso, años después, consigue un grupo de amigos. Incluso le recomendaron volver para poder dar cierre al duelo.

Jack no volvió de las aguas con vida. Hambre sí lo hizo, pero necesitaba un huésped para cubrir sus instintos salvajes. Jack nunca dejó de tener hambre, tampoco se volvió a sentir vivo. No le consuela el hecho de yaber devorado a sus supuestos "amigos", apenas lo recuerda.

Hambre se quedó en su garganta y estómago, todo su cuerpo flácido convirtiéndose en una segunda capa de membrana, mucosa y dientes, muchos dientes y lenguas. Con saliva oscura cayendo por cada agujero en su cráneo.

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