Capítulo 13

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 ─¿Y no ha llamado? ─le preguntaba Giovanno.

Los desayunos se habían tornado en situaciones así. Ivy llegando más temprano al café para hablar con los hermanos mientras que ellos trabajaban, y se despertaban, bebiendo algo, conversando e intentando olvidar que sus días de vacaciones estaban por terminar. 

Los tres intentaban entender los juegos y las trampas que Agnes colocaba. Pisaban los palitos con las pistas que ella dejaba, pero parecía que, por el momento, no llevaban a nada. Aún no tenían nada respecto al proyecto secreto, ni a lo que la mujer quería de ella. 

─No ha dicho ni "mu" ─respondía la chica─, además, no me ha despertado esta mañana a base de llamadas y gritos...─agregó, aunque sus horarios se habían acostumbrado, y de igual modo se había despertado al horario de siempre─. ¿Y si su experimento salió mal y ahora solo... me tiró a la basura?

─Sea lo que sea, no sería tu culpa ─le aseguró Francesca─. Agnes no se tomaría la molestia de explicarte nada. Así que no creo que vaya a darte ninguna respuesta... creo que hiciste bien en venir. Tal vez vea tu interés y considere llevarte en una nueva aventura de nuevo, o podría tener algo para decirte ─hablaba la chica mientras repartía bandejas en diferentes mesas.

─Ni siquiera tiene que tener algo para decir, sabe que todos la oiremos. Es así. Una femme fatale ─exageró Giovanno, haciendo que Ivy suelte una carcajada ante el gesto del chico─. Por no decir jodida ─agregó luego─. ¿Qué tienes pensado hacer si... todo esto ha acabado? ─preguntó─. ¿Regresarás a la ciudad gris?

─Pues aún tengo un par de días libres. Creo que podría recorrer un poco esta ciudad suya... pero eventualmente sí, regresaré. 

─Pues si quieres guías turísticos, conozco una agencia muy buena ─bromea él, claro que ella creería que se estaban ofreciendo, sin embargo, el remate la hizo reír. 

─¿No has pensado en quedarte? ─pregunta la chica. La realidad es que ella se sorprendió, porque jamás se hubiera planeado no regresar a Londres. La pregunta de Gio resonó en su mente, hizo eco como en una habitación vacía, como si hubiera gritado en el monoambiente donde vivía antes, y de vuelta le hubiera regresado un montón de eco con sus preguntas e inseguridades. 

La pregunta cayó en una multitud de ruido y silenció todas las charlas de su mente. No simplemente porque la pregunta le resonaba, sino porque al mismo tiempo en que la escuchaba su cuerpo se tensionó. No podía dejar Londres. Su mente se lo dijo como respuesta automática mientras el sonido suave de su propia voz se reflejaba en su subconsciente.

Además, no sabía si le gustaba tanto Italia como para abandonar su ciudad. La asustaba saltar a la idea de dejar el lugar. Pero también le asustaba pensar que en Londres no tenía absolutamente nada. Es decir, lo único que la aferraba a Londres era su trabajo. Y aunque no estuviera en sus planes mudarse, se replanteó el por qué no podría iniciar una vida en otro sitio.

Primer punto: porque era una miedosa.

Le había costado tanto alquilar un lugar sola, cambiar de ciudad, que el hecho de cambiar de país, a uno donde ni siquiera hablara del mismo idioma le parecía desorbitante. Por otro lado: su trabajo. Aunque claro que podía enseñar inglés en Italia... o esa fue la respuesta que encontró.

Y antes de pensar en el tercer motivo, se preguntó por qué de la nada comenzaba a pensar en mudarse.

─Creo que no fue la mejor pregunta ─dijo Giovanno luego de varios segundos de silencio.

─No, regresaré ─intentó afirmar con convicción, saliendo de la fantasía en la que su mente acababa de meterse.

─Y te ves muy segura de ello─ soltó Giovanno con una sonrisita.

─Pero podré regresar a visitarlos ─intentó animar─. Al menos en un año a dos cuando recupere todo el dinero ─bromeó, los tres soltaron risas mientras un sonido de motor los sacaba de esa situación.

─¡Buen día! ─saludó la mujer, Ivy se volteó al escuchar la voz de Agnes, que les sonreía a los tres, para sorpresa de todos, se sentó en los taburetes frente al mostrador. Justo al lado de Ivy─ ¿Qué? Dijiste que querías dormir, ¿cierto?

─C-creí que-

─Pues creíste mal ─la cortó─. Desayunaremos y luego podremos irnos. Y elimina la pregunta que estás formulando en tu mente, porque no la responderé ─sin que lo pidiera, dos latte aparecieron frente a ellas, Giovanno les guiñó un ojo, que provocó que Ivy sonriera, y que Agnes torciera su cabeza hacia un lado, entrecerrando sus ojos. El chico se alejó, algo intimidado, mientras su hermana sonreía del otro lado del lugar─. ¿Fran, cariño? ─llamó la mujer a su lado, la chica se acercó mientras la mujer seguía hablando─. ¿Sabes si ese lugar tan lindo que me recomendaste la vez pasada sigue vivo? ─o eso fue lo que Ivy logró traducir. Francesca no necesitó más pistas para abrir los ojos con entendimiento y asentir.

─Sigue vivo, y en el mismo lugar. ¿Irán ahí hoy? ─la mujer barrió un poco con la mirada a quién tenía sentada a su lado.

─Supongo que sí, que ya le hace falta conocer algo que no sea fish and chips.

Las Cartas de AgnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora