Capítulo 9

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Se le helaban los huesos de los nervios. Las manos le sudaron durante todo el camino, porque no podía entender la magnitud de lo que había hecho hasta que finalmente se encontró en el avión. No pudo dormir, ni dejar de pensar. Los mensajes de Henry que tenía en su teléfono existían desde la noche anterior, y no había querido abrirlos, elementalmente por nervios, también. Quería guardarlos, responderlos en su destino, como un marinero en búsqueda de algo que lo aferre a tierra firme; tener algo que le recuerde a su propia casa.

Acababa de llegar a Positano, Salerno, Italia. 

Con las rodillas temblando de nervios, una pequeña maleta, y un montón de esperanzas.

Oh, también sin hablar italiano, sin saber cómo iba a trasladarse y sin entender del todo qué hacía allí. Había que empezar de a poco, ¿cierto? Pasitos de bebé, pasitos de bebé.

Lo que sí sabía era que acababa de hacer un viaje, impulsivamente, sola. 

Y aunque no sabía qué le deparaba el destino, sabía que estaba allí por su cuenta.

Y que estaba orgullosa de haber hecho ese primer paso.

Así no significara nada, así solo fuera un pequeño paseo, acababa de decidir viajar de forma impulsiva, y se sentía un poco más como la mujer que había querido ser toda su vida.

En primera instancia hizo algunas de las cosas que Henry le había recomendado. Entre tantos mensajes, había enviado una lista de cosas que la ayudarían. Era específicamente una página completa de su celular.

"LISTA DE COSAS QUE TIENES QUE HACER AL LLEGAR A UN PAÍS DONDE SEGURAMENTE TE PIERDAS: (POR HENRY, QUE TE QUIERE MUCHO)"

• Busca rápidamente un número Italiano, y envíame el número, por supuesto. Tienes que estar comunicada tanto dentro del país, como con tus amigos ingleses guapos (yo) .

• Consigue, como mínimo, un diccionario, en caso de que no puedas utilizar uno de la web. De todos modos confío en que tus habilidades sociales te permitan encontrarte con personas que hablen Inglés.

• Por último, consigue un mapa de la ciudad. (Sé que piensas que es muy de turista novata, pero hazlo, elige la vergüenza por encima de perderte en un país desconocido, hazme caso)

• No pierdas la oportunidad de tomar café, me han dicho que es muy bueno.

• ¡Lo más importante! No olvides mi obsequio (claro que tiene que haber en tu maleta de regreso un obsequio para mi).

Pero, aunque en el momento lo acusó de pesado, una vez allí, se lo agradeció. Necesitaba todo lo que él le había dicho, excepto por el obsequio. Definitivamente no tenía idea de qué era a lo que se estaba enfrentando. Por eso, mientras se dirigía hacia el hotel en el que había hecho una reservación, colocó nuevamente las coordenadas en su celular.

Lo que sí sabía, porque lo había averiguado, era que los inviernos eran lluviosos. Así que se había llevado cada una de sus chaquetas y su ropa de invierno, la más abrigada. Aunque también algunas camisetas por si el clima cambiaba de opinión. Y le regalaba un cálido sol.

Al menos pudo encontrar su hotel sin perderse, lo cual era mucho que decir.

Una vez allí, deshizo las maletas, mientras deseaba no hacerlo. Quería ya mismo salir a la ciudad y averiguar qué era lo que tenía el destino preparado para ella.

Y entonces notó que la hora era diferente, y que mientras ella creía que eran las siete de la tarde, en realidad eran las ocho. 

Ya era de noche.

Lo que fuera que el destino le tuviera preparado, tendría que ser al día siguiente.  

Las Cartas de AgnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora