Amantes (Nico Di Angelo)

¿Qué más podría perder hasta la muerte?

Los semidioses estaban programados para la batalla. Su TDAH que los tenía inquietos constantemente y los mantenía vivos en una pelea y los ayudaba a pensar en estrategias rápidamente. Era inaudito que hubiera un mestizo sin un problema de comportamiento o que no tuviera un ritmo cardíaco absolutamente furioso todo el tiempo incluso para las tareas más simples y, sin embargo, finalmente hubo una excepción a las reglas.

El corazón de Annabeth se detuvo.

Lo único que la mantenía unida era la mano de Quirón en su hombro. Ese simple toque que le recordaba que debía mantenerlo unido frente a Silena. Los cuatro estaban sentados junto a la cama de Nico. Después de Vela... después de que sucedió (no se atrevió a decirlo), Nico acababa de colapsar.

Había estado inconsciente durante unas horas, pero Quirón les había asegurado que estaría bien. Los cuatro en la habitación sabían exactamente lo que había sucedido aparte de Percy, así que tuvieron que inventar una mentira. No era su lugar decirle a Percy que Vela y Nico eran almas gemelas, ahora destrozadas por la muerte. Annabeth le dijo que Vela había compartido un vínculo de empatía con Nico en lugar de decirle que la razón por la que el hijo de Hades se había derrumbado era porque su alma gemela, la otra mitad de él, había sido destruida.

Al principio, Annabeth se había preocupado de si Nico alguna vez se despertaría si Vela se había ido, pero Quirón les aseguró nuevamente que estaría bien. Dijo que Vela no estaba realmente muerto, al igual que cualquier inmortal no puede morir. Pero estaba destrozado al igual que Cronos había sido destrozado en el Tártaro por sus hijos. Quirón dijo que tomará miles de años para que Vela se reforme por su cuenta, así que no, no estaba muerto, pero bien podría haberlo estado.

Annabeth nunca volvería a ver a ese niño. Solo pensar eso la hizo arrepentirse de cualquier pensamiento que hubiera tenido al conocerlo por primera vez acerca de que él no era digno de confianza. Esos primeros días en los que había mantenido su distancia para que Vela no la decepcionara, para que no la traicionara como lo había hecho Luke.

Pero Vela había hecho algo mucho peor que la traición. Él había aumentado su esperanza, su fe en él, su amor por él, y le había hecho creer que podía hacer cualquier cosa. Y ahora estaba destrozado.

Ella lo maldijo. Ella maldijo a ese niño desinteresado que estaba tan obsesionado con el autosacrificio que murió protegiendo a los que amaba. Estaba destrozado, condenando a los olímpicos a Tifón solo para salvar a su madre de un rayo.

Annabeth no quería enojarse con él. Pero su ira era mejor que su dolor, que sus lágrimas, que su culpa. Era más fácil estar enojado con él que llorarlo porque había algo mucho peor en que se hiciera añicos que en que estuviera muerto. Al menos en la muerte se encontraría con él de nuevo en el más allá. Al ser destrozado, Vela había sellado su destino para no volver a ver a ninguno de ellos.

Annabeth, sin duda, era la única decidida a estar enojada. Quirón estaba completamente sereno, parpadeando sus lágrimas perdidas para que nadie pudiera verlas caer, y Percy se negaba a reconocer la verdad. Estaba en completa negación. Tenía la idea de que estaría bien y Annabeth lo sabía porque lo conocía. Ella sabía que Percy no querría creer la verdad de que nunca lo volverían a ver. Así que Percy se había ocupado de cuidar a Nico.

El niño de trece años todavía estaba acostado en la cama a la que lo habían llevado en la Casa Grande para que nadie hiciera preguntas, pero nadie parecía querer hacerlo. Annabeth había visto la cara de Will. Estaba desconsolado. Y no ayudó que estuviera tratando de distraerse cuidando a Lea. Lea casi se había derrumbado junto a Nico.

Por lo que había aprendido de Lea en la semana que la conocía desde que Vela la envió a ella y a los miembros de su manada, ella y Vela también tenían una conexión. Annabeth había aprendido un poco sobre la antigua vida de Lea, cuando los lobos fueron gobernados por Licaón. Fue una historia horrible, y debe haber sido aún peor para Lea. Pero Vela la había salvado; los salvó a todos de la crueldad de Licaón. Solo podía imaginar cómo se sentía Lea al ver a Vela ser destruida: Vela, el primer rey que había tenido que no los lastimó.