Capítulo IV

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– 3 años después –

El mundialmente reconocido Museo Nacional de Corea del Sur, situado en Yongsan, Seúl, abrió sus puertas esa noche para una gran subasta de arte con el objetivo de recaudar fondos.

Como era habitual, solo personas importantes e influyentes en el país poseían invitaciones para asistir a tan renombrado evento, aunque eso no impidió que una multitud inmensa se reuniera en las afueras del lujoso edificio, incluyendo a algunos periodistas que no habían sido invitados a la subasta privada.

Jisoo caminaba con absoluta confianza y elegancia sobre la alfombra roja que conducía al interior del museo, cuando fue detenida por uno de los guardias de la entrada.

– Su invitación, señorita – mirando de abajo hacia arriba al imponente guardia, Jisoo hizo una mueca con sus labios abultados, levantando la mano como señal a su guardaespaldas que rápidamente apareció en escena, entregando al guardia de la entrada una tarjeta. – Kim Jisoo de Corporaciones Kim – leyó el hombre mirando nuevamente a la chica.

Ella lucía un hermoso vestido negro que llegaba un poco más abajo de sus rodillas, lo que la hacía ver encantadoramente joven y elegante. Sus zapatos negros de tacón alto eran los que le ayudaban a tener una altura similar a la del hombre que estaba detrás de ella, su guardaespaldas, quien vestía un impecable traje negro y llevaba gafas de sol oscuras.

La chica se aclaró la garganta, cruzando los brazos y mirándole con impaciencia. En ese momento, el guardia hizo una reverencia, dándose cuenta de lo descortés que había sido al observarlos por tanto tiempo. En su defensa, era una chica demasiado hermosa como para apartar la mirada.

– Mis disculpas, señorita Kim. Pueden pasar – señaló con la mano hacia la puerta. – Disfruten del evento –

Jisoo no respondió nada, en cambio, hizo una señal a su guardaespaldas y juntos se adentraron en el conocido museo.

Les tomó pocos minutos llegar a la concurrida sala que brillaba en lujo y obras de arte de colores muy llamativos. Había muchas más personas de las que esperaban, pero lejos de ser un problema, sería una ventaja.

– El señor Park está a la derecha, hablando con un grupo de empresarios – la voz de su guardaespaldas llegó en un susurro, hablando en su oído y asegurándose de verse lo suficientemente respetuoso ante las posibles personas que los miraban desde el exterior.

Asintiendo, Jisoo dirigió su mirada hacia la dirección antes mencionada, asegurándose de mantenerse discreta.

Localizar a Park había sido bastante sencillo, pero esperar el momento adecuado para acercarse a él sería la parte difícil.

– Veamos las obras de arte, señorita Kim – el tono ligeramente burlón de su guardaespaldas rozó su oreja, haciendo que Jisoo se estremeciera un poco antes de dirigirle una mirada de enojo. – Vamos, o llamaremos la atención – sabía que tenía razón, así que ocultando su ansiedad, asintió y comenzó a caminar delante.

Ir detrás de su guardaespaldas solo levantaría sospechas innecesarias.

Las piezas de arte no llamaban demasiado su atención, ni siquiera cuando personas desconocidas le hacían comentarios de fascinación, obligando a Jisoo a sonreír hacia ellos y fingir una mirada interesada para no lucir fuera de lugar. Aparentemente, la gente rica no tenía nada mejor que hacer que gastar millones de wones en pinturas horribles a las que llamaban "arte".

Eventualmente, se acercó a la mesa repleta de bocadillos y tomó una copa de champán, evitando mirar a su guardaespaldas. La gente rica solía tratar a sus guardaespaldas como basura o simples chalecos antibalas, hablar con el suyo u ofrecerle de beber sería más que extraño.

The target's guardian - Kaisoo -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora