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Los dos chicos se miraron, sus ojos se encontraron con un destello de sorpresa y entendimiento. Era como si hubieran compartido un pensamiento sin necesidad de palabras. En un movimiento rápido, Kyle se levantó y, con un gesto de tratar de ocultar, empujó a Stan hacia el colchón. Stan cayó suave por sorpresa, y ambos compartieron una risa silenciosa mientras intentaban contener sus risas.

En ese mismo instante, justo antes de que la puerta se abriera, Kyle logró que Stan quedara en una posición cómoda en el colchón. Era como si estuvieran ocultando un secreto divertido, compartiendo una conexión que solo ellos entendían. La puerta se abrió, y Sheila, la madre de Kyle, entró en la habitación con una sonrisa.

"Buenos días, chicos", saludó Sheila con su voz cálida y amigable, sin notar la escena ligeramente desordenada que habían logrado.

Kyle respondio con un "¡Buenos días, mamá!", sus rostros llevando una mezcla de inocencia y diversión. Sheila les dirigió una mirada cariñosa mientras continuaba, ajena al pequeño juego que habían estado compartiendo momentos antes.

El aire estaba lleno de una atmósfera relajada mientras los tres conversaban y compartían sonrisas. Stan, con su habilidad innata para adaptarse a cualquier situación, se unió a la conversación como si nada hubiera pasado. Kyle, por otro lado, luchaba por contener su risa mientras mantenía su mirada fija en su madre.

La visita matutina de Sheila fue un recordatorio de la relación cercana que compartían madre e hijo. A pesar de los pequeños juegos y las risas, había un vínculo de amor y respeto que brillaba a través de cada interacción. Mientras compartían historias y anécdotas, Stan y Kyle compartieron miradas furtivas llenas de complicidad, un recordatorio de que siempre podrían encontrar formas de divertirse juntos, incluso en los momentos más inesperados.

"Listos para enfrentar otro emocionante día en la escuela." exclamó Sheila saliendo del cuarto, su voz resonando con una mezcla de autoridad y cariño mientras entraba en la habitación de los chicos. El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando débilmente la habitación y acentuando los contornos de la ropa que yacía en el suelo.

Un intercambio de miradas entre los dos chicos desató una oleada de risas silenciosas que llenaron el aire con una sensación de complicidad. El corazón les latía un poco más rápido de lo normal, una mezcla de diversión y adrenalina recorriendo sus venas mientras se apresuraban a ponerse la ropa. En un ballet silencioso, se deslizaron en camisetas y pantalones, su risa contenida escapando ocasionalmente en pequeños susurros.

Con la ropa finalmente en su lugar y las sonrisas todavía bailando en sus labios, los dos muchachos comenzaron a bajar por la escalera, mochilas al hombro. Mientras se adentraban en el pasillo, el aroma tentador del desayuno recién preparado flotaba en el aire, llenando sus narices y sus estómagos con anticipación. Sheila, con su habitual destreza, había preparado una mesa llena de manjares: una torre de panqueques esponjosos, un tazón rebosante de frutas frescas y jugo recién exprimido.

"¡Buenos días!" saludó Sheila con una sonrisa radiante mientras los chicos tomaban asiento. Se sentía como un ritual cotidiano, pero cada mañana traía consigo la promesa de nuevas experiencias y descubrimientos en la escuela. Los chicos intercambiaron una mirada llena de gratitud hacia Sheila, sabiendo que su cuidado y apoyo eran inquebrantables.

La luz del sol se derramaba alegremente a través de las ventanas, bañando la cocina en una calidez acogedora. Con cada bocado del delicioso desayuno, la energía fluía hacia los chicos, alimentando su determinación y ansias por enfrentar los desafíos que les esperaban en el día por delante. Y mientras compartían la comida y las risas, el vínculo entre ellos se fortalecía aún más, creando recuerdos que atesorarían en los años venideros.

"No lo niegues más " StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora