Venecikiller. [EN PROCESO]

Capitulo Xl: ¿Arte?

Observo al que sigue después del chico de la máscara del diablo rojo.

Y el que sigue, es él.

El de la máscara de gas.

Veo como se despega de la pared de su cabina después de haber observado los "espectáculos" de sus compañeros.

Su mirada se va al público, observandolos uno por uno, hasta que sus ojos se dirigen a mi. Y a pesar de la luz, no logro ver sus ojos por la capa oscura de cristal que tiene la máscara en la zona de los ojos. Pero cómo las veces anteriores. Se que me está mirando. Su mirada es muy pesada como para no notarlo.

Levanta su mano y saluda directamente hacia mí.

Hacía mi dirección. Cómo si ya fuéramos cercanos.

—¡Esa guapura te está saludando! — dice una chica desconocida a mi lado con emoción, mientras yo sigo observando. Veo como se agacha y toma el cabello del chico, levantandolo por este.

—¿Esto no es hermoso? — hablan la voz femenina de los altavoces y todos gritan emocionados con un "Sí"

Esto es una mierda

¿Que mierda de hermoso, tiene ésto?

— Por favor, ya basta. Te lo suplico—Le ruega.

Veo como él ladea la cabeza. Y luego pone su dedo índice entre sus labios, en un gesto de que calle.

Un largo tiriteo recorre todo mi cuerpo, al verlo hacer ese gesto. A diferencia de los demás, él se ve más espeluznante. Ese ambiente que tiene lo hace ver tan misterioso y aterrador…

Todos nos mantenemos en silencio. Expectantes.

Sostiene firmemente la navaja en sus manos, y sin tomarse un segundo a pensarlo, la desciende hacia abajo de manera brusca y rápida, clavándola en lo más profundo de la pierna del chico. Y puedo jugar que oigo como algo se rompía dentro de esta.

Aprieto los labios al oír el enorme grito que suelta por el "dolor" de la "herida"

— ¡Eso!— Grita el público animando. Me volteo estupefacta.

La gente está loca, pienso. Mirando como todo el público sigue animando mientras el chico sigue chillando de puro dolor.

Vuelvo mi mirada a la escena. El tipo de la máscara agarra el cuchillo y lo saca de la pierna desgarrando aún más la piel para volver a introducirlo sin detenimiento, sacándole otro grito ahogado a su víctima. Observó cómo mueve la navaja en el interior de la herida, de un lado a otro, causándole más dolor.

Mierda. ¿Cómo ésto puede ser mentira?

—¡Por favor ya! por favor, por favor— súplica.

— ¿Creen que debería detenerse? — pregunta la voz femenina del altavoz.