Capítulo XV: Katy

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Agrandó más mis ojos mientras me volteo hacia la puerta ya cerrada

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Agrandó más mis ojos mientras me volteo hacia la puerta ya cerrada. Sin creerme lo que acaba de pasar.

¿Dónde llegué a parar?

Me pregunto alarmada mientras mi cuerpo reacciona al instante, cayendo en cuenta de que puede haber muerto y mi alma ser dirigida derechito hacia mi creador por aquel sujeto loco y desquiciado.

Pero... milagrosamente.. no morí. ¡No me mató!

— Dios... — susurró colocando mi mano sobre mi pecho, sintiendo los rápidos latidos de mí corazón a causa de la adrenalina que me ahoga.

Levantó mi mirada observando mi alrededor, alucinado.

Arrugó el ceño y doy una vuelta sobre mi propio eje.

¿Por qué hay tantos estantes? Me preguntó extrañada, observó mientras me mantengo pegada a una esquina del lugar.

Continúo mirando los gigantes estantes de metal, que son alrededor de 20 o más. Todos llenos de libros, y me obligó a levantar la mirada para verlos a todos por completo, solo por su gran tamaño.

Volteo rápidamente al oír un fuerte ruido junto a unos murmullos muy audibles detrás de mí.

— ¿Jessie? — grito dudosa mientras empiezo a caminar hacia el murmullo, reconociendo aún más voces entre los murmullos. Mientras la desesperación de encontrarlos me inunda, avanzó mucho más el paso.

— ¡Adessa! — oigo su voz en respuesta a la mía, con un tono más firme y agudo. Avanzó con desesperación y euforia. Y al encontrarme frente a frente a ella, no lo pienso dos veces para saltar rápidamente hacia sus brazos. Veo por el rabillo del ojo como aparecen los demás e igualmente no dudo en correr a sus brazos, abrazándolos de la misma forma.

— ¡Esteban! Dios mío —digo, aliviada abrazándola. No es el momento de recordar lo sucedido con Esteban. Todavía sigue siendo mi familia y lo sigo queriendo igual, y preocupándome por su bienestar.

— Adessa —susurra en el mismo tono, abrazándome por la cintura con fuerza— pensé que te había pasado algo — Susurro aliviado.

Pero... aún así, aquello no se va de mi cabeza. — Estoy bien — respondo, separándome de él.

Continúo. — ¿Y ustedes? ¿Están bien? — los observó de arriba a abajo detallados a todos los presentes que se estructuran de Jessie, Amanda, Eric y al parecer una reducida limitación de la cantidad anterior de los invitados, estos están hablando entre sí o llorando en una esquina, lo que me hace contraer la nariz, con mucha pena en mi pecho.

Mis amigos a pesar de algunos rasguños y pequeñas manchas de sangre que tienen, asienten a mi pregunta aunque un poco tensos y agitados, como si recién  terminarán de correr un maratón.

— ¡Jessie! ¿Y tú herida? — digo mientras los recuerdos  vienen a mí, reviviendo el momento preciso en el que aquel objeto atravesó su costado izquierdo con un gran impacto.

Venecikiller. [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora