"LA CAFETERÍA"

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Era un día tranquilo, uno de esos donde el sol brillaba alto en el cielo, pero el viento frío hacía que el calor no fuera tan intenso. En la cafetería, el aroma del café recién hecho y los panqueques calientes invadía el aire.

Elías y Alexander se encontraban en la mesa, esperando el desayuno para todos. Charlotte y Valeria aún estaban en los retocadores.

—¿Estás seguro de que es el momento para decirles? —preguntó Alexander, mientras vertía un poco más de café en las tazas. Sus ojos se encontraban con los de Elías.

Elías asintió lentamente.

—Ya no podemos seguir ocultándolo. Si hay algo que he aprendido, es que la verdad siempre encuentra la manera de salir.

Alexander suspiró, rascándose la nuca mientras miraba por la ventana. El viento movía las hojas de los árboles y hacía que el sol parpadeara entre las sombras.

—Supongo que tienes razón —dijo finalmente.

—Siempre la tengo, Alexander —apoyando su mano con la de el.

Antes de que pudieran continuar, se escucharon pasos suaves bajando las escaleras. Charlotte y Valeria aparecieron casi al mismo tiempo.

—¡Huele delicioso! —exclamó Valeria, mientras se frotaba los ojos y se dirigía hacia la mesa.

—¿Panqueques de chocolate? Ahora sí que vale la pena haberme levantado temprano —dijo Charlotte con una sonrisa, sentándose a su lado.

Elías y Alexander intercambiaron una mirada antes de unirse a ellas en la mesa. Durante los primeros minutos, todo fue normal. Comieron en silencio, con solo el ruido de los cubiertos y las tazas de café.

Finalmente, fue Elías quien rompió el silencio.

—Tenemos que hablar con ustedes sobre algo importante —dijo, bajando su tenedor y mirando primero a Valeria y luego a Charlotte.

Ambas chicas dejaron de comer, levantando la vista con curiosidad.

—¿Qué pasa? —preguntó, con el ceño fruncido.

Alexander tragó saliva.

—Es sobre Alexandra... bueno, sobre quién realmente es.

Charlotte arqueó una ceja, confundida.

—¿Qué quieres decir con "quién realmente es"? —preguntó, claramente preocupada.

Elías tomó una respiración profunda antes de continuar.

—Durante mucho tiempo hemos estado confiando en ella, creyendo que era solo una más entre nosotros. Pero... descubrimos algo. Y es algo grande. Alexandra no es solo una chica más, ni es quien dice ser. Ella es la hija de un científico muy importante, alguien que estuvo involucrado en los experimentos que desataron...no se ¿una especie de virus?, la verdad no entendí.

Los ojos de Valeria se abrieron un poco más, mientras Charlotte apretaba los labios, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Charlotte finalmente, su voz firme, pero con una pizca de incredulidad.

Alexander se aclaró la garganta, tomando la palabra por primera vez desde que comenzó la conversación.

—Matteo nos trajo unos documentos. Los consiguió de el hospital de la entrada antes de que todo esto se fuera al infierno. Y esos documentos confirmaban lo que Elías ya sospechaba. Alexandra ha estado ocultando su verdadera identidad desde el principio. Su padre trabajaba directamente en los experimentos que llevaron al supuesto brote.

Valeria dejó caer el tenedor al plato con un sonido sordo.

—¿Alexandra? —repitió, incrédula—. ¿La chica con la que hemos estado compartiendo todo este tiempo? ¿La misma Alexandra que nos ha molestado?, no me sorprende —volviendo a tomar un sorbo de café.

Elías asintió

—Sí, esa misma Alexandra. No sabemos por qué nos ocultó la verdad, pero no podemos ignorarlo más. Si hay algo que va a cambiar el curso de lo que estamos haciendo, es esto.

Charlotte miró a Valeria antes de volver su atención a Elías y Alexander.

—¿Y qué pretenden hacer? ¿Llamar a Batman?.

Alexander dejó la taza de café en la mesa y entrelazó sus dedos, pensando en cómo responder.

—No lo sabemos exactamente —admitió—. Por ahora, solo queríamos que lo supieran. No creemos que Alexandra esté en contra nuestra, pero al mismo tiempo, no podemos ignorar que nos ha mentido todo este tiempo. Fingió ser alguien quien no era y todos nosotros le creímos.

Valeria frunció el ceño, mirando su taza de café como si buscara respuestas en el fondo.

—Pero... ¿y si tiene una buena razón? —preguntó suavemente—. Tal vez nos ocultó esto para protegernos.

Elías se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.

—Pero también es posible que haya más cosas que no sepamos. No podemos correr el riesgo de ignorarlo.

Charlotte se mordió el labio, claramente intentando procesar toda la información. Finalmente, levantó la vista y miró a Elías directamente a los ojos.

—¿Y qué piensas hacer cuando la confrontemos? ¿La vamos a acusar de algo sin tener todas las respuestas? —preguntó, su tono lleno de preocupación.

—No queremos acusarla de nada —respondió Elías, su voz suave—. Solo queremos saber la verdad. Y si tiene una buena razón, entonces la entenderemos. Pero ya no podemos seguir en la oscuridad.

El viento seguía soplando suavemente afuera, moviendo las ramas de los árboles, mientras dentro de la cabaña, los cuatro amigos se enfrentaban a una verdad que cambiaría todo.

Valeria, que había estado en silencio durante un buen rato, finalmente habló, su tono más reflexivo.

—Supongo que la única forma de saberlo es hablar con ella —dijo, mirando a los demás—. Si de verdad ha estado ocultándonos algo, necesitamos que sea honesta. Y si no nos quiere decir, le tendré que cortar un brazo.

—Tienes razón. Pero menos lo del brazo.

Charlotte, después de un largo suspiro, se levantó de la mesa y comenzó a recoger los platos.

—Supongo que esto explica algunas cosas... siempre me pregunté por qué Alexandra parecía tan reservada en ciertos momentos. Tal vez siempre estuvo luchando con este secreto —reflexionó, mientras depositaba los platos en el medio.

Valeria asintió, poniéndose de pie también.

—Solo espero que esto no sea el comienzo de algo peor, quiero llegar viva para la gala de victoria' secret.

—No te preocupes —afirmó Alexander, con su típica seguridad—. Lo superaremos juntos, como siempre lo hemos hecho.

Young hearts: Love CampDonde viven las historias. Descúbrelo ahora