"PRÓFUGA"

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El frío se hizo sentir en todo el campamento. La escarcha se acumulaba en los rincones más inesperados, y las canillas, normalmente fuente de alivio, ahora estaban congeladas, impidiendo que saliera una gota de agua. Los campistas se habían reunido alrededor de una gran fogata en el centro del campamento, intentando combatir el frío con el calor del fuego, aunque incluso las brasas parecían estar perdiendo la batalla contra la helada.

Los profesores tocaban suavemente la guitarra, intentando mantener el ánimo en alto. A su alrededor, los chicos charlaban entre ellos, algunos asando malvaviscos y otros simplemente disfrutando del calor.

Elias y Charlotte estaban sentados un poco apartados del resto, lo suficientemente cerca para sentir el calor de la fogata, pero lejos del bullicio de las conversaciones principales. Charlotte, con su usual sonrisa juguetona, se inclinó un poco hacia Elias, susurrando para que nadie más pudiera escuchar.

—Elias, necesito hablar contigo sobre algo —su tono más serio de lo habitual, lo cual captó de inmediato la atención de Elias.

—¿Qué pasa? —respondió él, inclinándose también para escuchar mejor.

Charlotte miró a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera prestando atención a su conversación.

—Me enteré de algo esta mañana, algo sobre Alexandra —bajando aún más la voz—. La policía estuvo en el hospital donde está ella.

El rostro de Elias se tensó de inmediato, y sus ojos buscaron instintivamente alguna señal de que alguien más estuviera escuchando, pero todos los demás parecían estar absortos en sus propias conversaciones y en la música.

—Charlotte, ¿cómo sabes eso? —intentando mantener la calma.

—Tengo mis maneras —respondió ella, esquivando la pregunta—. Lo importante es que la policía fue vista entrando en el hospital, y no es una buena señal.

Elias respiró hondo, mirando hacia el fuego mientras procesaba lo que Charlotte acababa de decir.

—No quiero que nadie más se entere de esto —dijo finalmente, girándose hacia Charlotte con una expresión firme—. Ni siquiera Alexander. Nadie más puede saberlo.

Charlotte lo miró con preocupación, comprendiendo la gravedad del asunto.

—¿Por qué? —preguntó, genuinamente curiosa—. Si la policía está involucrada, esto podría ser más grande de lo que pensamos. No dejaré que vayas a visitarla.

Elias negó con la cabeza, apretando los labios.

—No. Cuantas menos personas sepan, mejor. No quiero que Alexander se preocupe, ni quiero que esto arruine el campamento para los demás. Necesito ir ahora.

Charlotte lo observó en silencio por un momento, sopesando sus palabras.

—Entiendo que quieras proteger a Alexandea aunque sea una completa desconocida, pero también tienes que protegerte a ti mismo, Elías.

su expresión suavizándose un poco ante la genuina preocupación en los ojos de Charlotte. A pesar de su naturaleza despreocupada, Charlotte siempre había demostrado ser una amiga leal, y sabía que podía confiar en ella, al menos en esto.

—Lo sé, pero por ahora... —Elias hizo una pausa, eligiendo sus palabras con cuidado—. Solo necesito que esto se mantenga en secreto, al menos hasta que pueda ir.

Charlotte asintió lentamente.

—Deberíamos apurarnos —susurrando mientras observaba las sombras que se alargaban entre los árboles—, ya hay rumores entre los demás campistas de que te escapas por las noches.

Young hearts: Love CampDonde viven las historias. Descúbrelo ahora