Corro tan rápido cómo mis pies me lo permiten, escapando de esa persona que me persigue. Corro tan de prisa que siento que nunca jamás podré parar. Pero por un instante siento que el mundo se viene abajo cuando tropiezo, y caigo al suelo de manera estrepitosa. El miedo que siento en mi ser aumenta de un momento a otro y allí es cuando lo noto. En medio del oscuro, frío y desolado bosque de Solveig, se encuentra una figura oscura que me observa. En el momento justo en el que se acerca, mi corazón se acelera aterrado. Y cuando estoy a punto de ver de quién se trata...
Despierto agitada.
Un jadeo se me escapa cuando intento sentarme a toda velocidad, pero no cuento con el hecho de no cordinar bien mis movimientos, lo que me hace caer al suelo y golpearme la rodilla derecha contra éste.
— Ah, mierda —escupo contra la alfombra sobre la que he caído. Ésta no impidió que pudiera golpearme. Doy un manotazo sobre la alfombra de color blanco y luego me levanto—. Jodida pesadilla del carajo —me quejo, para después poder levantarme—. A éste paso acabaré loca y sin idea —digo para mí misma.
Viajo mi mirada por toda la extensa habitación perfectamente femenina y arreglada. No hay nada fuera de lugar, solo el hecho de que la estancia simplemente no es de mi gusto personal. No estoy en el bosque. Nadie me persigue. Estoy en casa. En mi habitación. Estoy a salvo.
Realmente solo fué una pesadilla.
¿Lo fué?
Bueno, no del todo. Esa pesadilla solo es ahora el recuerdo de lo que alguna vez, hace vários años atrás, sucedió.
¿Qué fué lo que sucedió?
Realmente no lo recuerdo con claridad. Todo sigue siendo demasiado confuso desde ese día. Lo único que recuerdo es haber estado corriendo hacia el inmenso bosque de Sagesh, el bosque más extenso, frío, oscuro y tenebroso de Solveig. Recuerdo la sensación de congelamiento en mis extremidades poco cubiertas para el frío inclemente. Recuerdo el terror y el miedo con el que me adentré al bosque, buscando escapar. Pero, ¿escapar de qué, o quién? No lo sé. No lo recuerdo en lo absoluto. Lo que realmente es una tortura. Mi familia me ha dicho que aquella persona que quería hacerme daño, ya no existe. Pero a mí me da la sensación de que no es así. Siempre vivo con la idea en mi cabeza de que aún existe alguien observándome, alguien queriendo hacerme daño. O tal vez simplemente yo estoy traumatizada. Aunque es evidente, sé que lo estoy. Los ataques de pánico que vivo a raíz de aquél día, en ocasiones, se sienten cómo si fueran a drenar toda mi energía, haciéndome desfallecer. Cuando revivo los pocos recuerdos que tengo de aquella vez, lo único que viene a mi cabeza es ese hombre peligroso y aterrador al cual nunca logré verle el rostro. No recuerdo nada más que su presencia peligrosa y atemorizante.
...
Veo el reloj despertador en mi mesa de noche, percatándome de que no escuché la alarma y ya es algo tarde.
— Carajo —suelto al aire al correr dando tropiezos hacia el baño.
Minutos más tarde:
— Señorita Eris, el desayuno ya está servido. Su madre ha dicho que usted debe bajar enseguida, o de lo contrario llegará tarde a la preparatoria.
— Gracias, Alana. Enseguida iré — contesto aún terminando de arreglar mi cabello, o haciendo el intento de arreglar la maraña de cabello castaño que siempre me acompaña.
— Su hermano se ha ido hace unos segundos —me hace saber.
— ¡¿Qué?! —exclamo, para luego tomar mi bolso, mi celular y calzar mis zapatos con apuro. Me enderezo con rapidez y salgo de mi habitación— ¿Por qué no me has dicho eso antes? —cuestiono al verla mirarme algo sorprendida por mi manera desastrosa de salir de la habitación.
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Sombras Oscuras: ¿Quién es Safwan?
RomanceSaga Their Dark Side: Libro 4. Existe una pequeña línea entre lo que creemos que es cierto y lo que no. Lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo, nada te asegura que lo que pienses sea lo correcto y lo que los demás digan sea falso; exact...