— ¿Se puede saber qué diablos pasó ayer en ese club?—pregunta Mariah caminando a mi lado—. Desapareciste de un momento a otro. Eso me asustó terriblemente, pensé que te había pasado algo malo.
—Te respondí por mensaje que estaba bien.
— ¡Igualmente! —se queja— Te fuiste sin decir nada. Es raro. Nunca habías hecho algo similar.
— Bueno... Alastair fué a buscarme.
— ¿Alastair? —suelta con el ceño fruncido—. Pensé que era lo suficientemente inteligente para saber que los novios no asisten a las despedidas de soltera.
— Supongo que sí lo sabía, pero cómo me mantiene vigilada de alguna forma, supo que cierto rubio de gran estatura estaba cerca de mí en el club.
— Espera —se detiene y me ve—. ¿Safwan estaba allí anoche?
— Sí.
— ¿Cerca de tí? —cuestiona con las cejas alzadas.
De manera inquieta muevo mi pie.
— En realidad no. No estaba tan cerca, yo fuí quién se acercó —me sincero sin mucho ánimo—. Y pues... bailamos.
— ¡Ah! —suelta un gritito. Yo tengo que tapar su boca para que no grite más. Luego ella aleja mis manos y sonríe ampliamente—. Bailaron. Eso es fantástico.
— Es fantástico cuando no tienes un prometido que te vigila y, cree que le estás siendo infiel y, que además te hace una escena de celos que se sale de control.
— ¿Cómo dices?
Su emoción abandona su rostro.
— Cómo lo escuchas. Ayer en la noche Alastair me dió a entender que cree que le puedo ser infiel con Safwan y no conforme con eso, excedió los límites. Las cosas se salieron de control y me aterró tanto qué... terminé golpeando su rostro con fuerza para alejarlo de mí. Pensé qué... pensé que iba a violarme.
Al hablar siento que mi cuerpo tiembla.
Realmente estuve aterrada de lo que pudiese suceder la noche anterior conmigo y con Alastair.
— Oh, Dios. Eris, eso está muy mal.
— Lo sé. Sé que cometí un error. Yo no debí.
— No, no, cariño. Tú no eres el problema —se apresura a decir—. El problema es tu relación con Alastair. Él es un imbécil, si actuó de una forma tan terrible, lo es. Un completo imbécil.
— Mariah, no quiero continuar con el compromiso. Pero temo que no sé cómo podría escapar. Estoy segura de que si intento oponerme a éstas alturas, van a hacer todo lo necesario para que yo no tenga escapatoria alguna —digo en voz baja—. No sé qué tan lejos podría llegar Alastair si vuelve a enojarse y no quiero averiguarlo.
— Bien. Supongo que debemos planear algo al respecto. Creo que sí esperamos un poquito más y muevo mis cartas, podríamos lograr que salgas de ésto antes de que ellos noten que estás abandonando el barco.
Sonrío ligeramente.
— Puedo esperar, ya he aguantado mucho; un poco más no será nada —menciono—. ¿Realmente tienes algo en mente? No quiero causarte problemas a tí, ni a Atlas.
— Guapa —me mira con diversión—. Nos estabas causando problema era con el hecho de venir aquí solo a casarte con Alastair. Con lo que acabas de decirme, siento que me estás haciendo un enorme favor. Ya no voy a tener que preocuparme un mundo por saber que te vas a quedar con él.
— Mariah...
— Sabes que siempre me ha dado mala espina. Y tenía razón. El tipo no puede ser tan perfecto como lo pintan. Algo malo debía tener.
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Sombras Oscuras: ¿Quién es Safwan?
RomanceSaga Their Dark Side: Libro 4. Existe una pequeña línea entre lo que creemos que es cierto y lo que no. Lo que está bien y lo que está mal. Sin embargo, nada te asegura que lo que pienses sea lo correcto y lo que los demás digan sea falso; exact...