12. Corazones en llamas

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Nicolae apretó la frente contra los azulejos de la bañera, mientras que Romeo empujaba dentro y fuera de su agujero

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Nicolae apretó la frente contra los azulejos de la bañera, mientras que Romeo empujaba dentro y fuera de su agujero.

Estaba siendo demasiado lento, demasiado tortuoso, y no podía soportarlo. Empujó hacia atrás, gimiendo al instante cuando su próstata fue golpeada.

Se sentía bien.

Tan jodidamente bien.

Nicolae trataba de no divagar en la amenaza que lo estaba atormentando desde hace un par de días atrás y agradecía que las grandes manos de Romeo se encontraran acariciando su culo y estómago bajo porque se sentía en el séptimo cielo, del cual no quería bajar.

Soltó un gemido cuando su mayor aligeró los movimientos, golpeando con más fuerza contra él. Quería venirse. Todo él estaba ardiendo con ello. No pasó más de dos minutos cuando Romeo le dio lo que quería, sintiendo como la semilla de su amante resbalaba por sus muslos interiores mezclados con las gotas de agua provenientes de la regadera.

Se mantuvo quieto, con la respiración agitada y estremeciéndose por la sensación entremezclada que daba el cálido orgasmo junto al frío gel de ducha que Romeo se encontraba echando por toda su columna vertebral. Su cuerpo fue aprisionado y, cuando pudo darse cuenta, se encontraba besando los labios de su amante.

—Tenemos que... —jadeó cuando sintió como su labio inferior era mordisqueado—. ¡Romi!

—Es tu culpa —murmuró Romeo apretujándolo más contra su pecho. Nicolae tan sólo pudo echar la cabeza hacia atrás, intentando que sus labios no volvieran a ser acaparados.

—¿Por qué?

—Eres demasiado adictivo —el mayor dio pequeños besos al húmedo y marcado cuello del pelinegro y éste calló por completo, no podía hacer nada en contra. Además, disfrutaba tanto la atención que Romeo le daba.

Repitiendo una vez más, ambos salieron del baño tarde después. Nicolae no paraba de reír mientras el mayor rodaba los ojos e intentaba sacárselo de encima, se sentía relajado gracias al largo baño que habían tomado juntos, pero le agotaba la paciencia, la exagerada energía que tenía el pequeño. No podía creerlo.

—¿Iremos a comer al buffet? —preguntó Nicolae acariciando las mejillas contrarias. Se encontraba bajo el cuerpo del moreno, contra la cama de la habitación. Una sonrisa en ambos rostros delataba cuan felices eran.

—Sí —el mayor miró los rosados labios contrarios y no dudó en mordisquearlos y estirarlos con sus dientes. Nicolae rio suavemente y cubrió ambos bocas con un beso.

—Vístete o, a este paso, no bajaremos nunca —el pelinegro dio dos palmadas al pecho de Romeo y este se resistió un par de segundos, pero realmente tenía hambre, así que se reincorporó al momento.

Cuando ambos estuvieron completamente listos para bajar, salieron por la puerta de la habitación con una sonrisa reflejada en el rostro. Y aunque no fuera así, sus brillantes ojos delatarían cuan alegres y relajados se encontraban. Nicolae, en cambio, había tomado una decisión y esperaba que estas vacaciones junto a Romeo le ayudaran a la hora de decir la verdad.

Una venganza casi perfecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora