16. Una razón para amarle

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Nicolae bostezó mientras se sentaba en el sofá y, con pereza, miró el montón de regalos que tenía frente a sus narices

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Nicolae bostezó mientras se sentaba en el sofá y, con pereza, miró el montón de regalos que tenía frente a sus narices. Había dormido hasta las seis de la tarde debido a que su fiesta de cumpleaños le hizo trasnochar de una manera muy extrema, menos mal que Luca había contratado una persona para la limpieza de su departamento y Judy estaba libre para cuidar de su sobrino hasta las diez de la noche.

Frotándose el ojo izquierdo, cogió el primer regalo que estaba más a su alcance y lo empezó a abrir con bastante parsimonia. Era blandito. Cuando el papel estaba lo suficientemente rasgado, sacó lo que parecía ser una sábana e inevitablemente sonrió cuando vio que tenía estampados de cisnes.

Le gustaba.

Los cinco siguientes que abrió fueron prendas de ropa que realmente agradecía. No había tenido tiempo para sí mismo como solía ser en el pasado, iba a los centros comerciales, pero únicamente a comprar pañales y cereales para Jimmy. No es como si estuviera quejándose, se sentía vivo cuando lo hacía, le creaban unas cosquillas en el corazón muy extrañas; sin embargo, ya no sabía muy bien el concepto de “uno mismo”. Su prioridad se concentraba en su sobrino, especialmente.

Una hora después estaba rodeado de papel de regalo rasgado y, soltando un suspiro, empezó a recoger toda la basura para meterla en una bolsa de plástico negro. Cuando terminó aquello sólo sintió ganas de meterse a la ducha por un largo laxo de tiempo, así que buscó su móvil para poner un poco de música mientras se duchaba.

—¡Te encontré! —el móvil se encontraba bajo la almohada de la cama; sin embargo, tuvo que desviar la mirada cuando otro objeto descansaba al lado del aparato tecnológico.

Tragó duro y cogió aquella caja tan ligera.

La miró durante un largo rato hasta que por su cabeza pasó la idea de tirar el regalo a la basura, sin rasgar el papel, ni deducir de lo que se trataba. Decidido, caminó hacia la cocina y colocó el pie sobre la plataforma de plástico que permitía abrir la tapa de la basura; se quedó mirando el regalo otra vez, volviendo a dudar, pero aquello se esfumó cuando lo dejó resbalar de sus manos.

Inhaló con los ojos cerrados y se dio media vuelta, pero aquello tampoco duró mucho cuando algo hizo “click” en su corazón. Para cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, ya se encontraba en el sofá con la caja intacta sobre su regazo.

Temblando empezó a rasgar el papel hasta que lo quitó por completo, lo primero que vio fue una caja lisa de color granate, con forma rectangular, mediana y muy inofensiva. Poco a poco quitó la tapa hasta que retuvo la respiración al ver que había un pequeño montón de polaroid dentro, pero lo que más le sorprendió fue darse cuenta de que encima de ello había una pequeña rosa roja seca, junto a un bombón de licor envuelto en su papel.

Al querer coger aquellos dos objetos, se dio cuenta de que estaban pegados a una de las fotografías, específicamente donde él sonreía, mostrando los dientes y cerrando los ojos, mientras que Romeo le miraba de soslayo un poco confundido. Reprimió una sonrisa y, por descarte, giró la fotografía viendo que había un escrito ahí.

Una venganza casi perfecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora