19. Enmendando errores

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Nicolae se sorprendió cuando Romeo le dio paso al portón de su departamento, le miró un poco confundido y tan sólo se resignó al misterio que rondaba sobre el mayor

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Nicolae se sorprendió cuando Romeo le dio paso al portón de su departamento, le miró un poco confundido y tan sólo se resignó al misterio que rondaba sobre el mayor. Entraron al ascensor y se cruzó de brazos viendo como la pequeña pantalla del interior iba indicando los pisos que subían, como si fuera lo más interesante del mundo. Notaba la mirada de Romeo sobre él y no podía evitar sentir como su cuerpo cosquilleaba por aquellos ojos tan intensos.

Bajó la mirada y sonrió un poco hacia el moreno, sin saber exactamente de qué manera actuar. No habían tocado temas muy importantes en el trayecto hacia el departamento, por lo que el ambiente permanecía un poco incómodo todavía. Una vez que llegaron a la planta, Nicolae caminó hacia la puerta y esperó a que Romeo abriera.

—Woah...

Su lengua se trabó, privándole la oportunidad de poder decir algo más.

Sinceramente, nunca se imaginó encontrarse con el departamento ambientado de forma romántica; una mesa adornada con velas blancas y pequeños pétalos de rosas rojas encima de esta, una suave música chocando sin agresividad contra las paredes del salón-comedor.

Y lo que más había llamado su atención era la chimenea encendida, intensos colores anaranjados, rojos y violetas, formando una gran llama de fuego; frente a esta preciosidad había colchas grises y blancas sobre el suelo, almohadones de diferentes tamaños y colores, con una bandeja plateada donde se encontraba una cubeta de hielo, buen vino incrustado en ella, copas vacías y recipientes de cristal llenos de deliciosas frutillas.

—¿Te gusta?

Nicolae tragó saliva y asintió lentamente, girando el rostro en dirección a Romeo. Éste, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, le ofreció su mano y él aceptó entrelazando los dedos con los contrarios. Caminaron hacia la mesa y tomaron asiento. De repente, la presencia de Blake se manifestó haciendo que Romeo se llevara la mano a la frente, avergonzado, y Nicolae se aguantara la risa.

—Sólo tenía veinticuatro horas para organizar todo —murmuró el mayor, mientras veían como el chico de gran cuerpo servía un poco de vino en sus copas.

—Pensé que...

—No, Nicolae. Me abstuve de mandar a mi asistente a organizarlo todo —Romeo, en un acto repentino, colocó la mano sobre la de Nicolae, dando suaves caricias que provocaron un vacío en el estómago de éste—. Esto es serio, por lo menos para mí.

El menor apartó la mano que sostenía Romeo para mirar al guardaespaldas/camarero de forma en que le agradecía por aguantar estas estupideces. Poco después de que tuvieran la cena sobre sus platos, Blake salió del departamento de una forma muy discreta.

—Él recibirá un buen sueldo —bromeó el moreno, logrando así que, por lo menos, Nicolae curvara los labios en una sonrisa divertida. Estaba siendo más difícil de lo normal entablar un ambiente menos incómodo, pero no se rendiría—. Por cierto, no comenté nada, pero estás precioso con ese tono de cabello.

Una venganza casi perfecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora