7. Amanecer entre sábanas

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Romeo miró el plato de comida que tenía frente a él y después se dio el lujo de observar el rostro orgulloso de su chico, quien se secaba las manos para después sentarse a su lado y mirar la expresión que tenía

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Romeo miró el plato de comida que tenía frente a él y después se dio el lujo de observar el rostro orgulloso de su chico, quien se secaba las manos para después sentarse a su lado y mirar la expresión que tenía.

—¿Qué me dices?

—Por lo que veo sueles cenar bastante —tragó saliva y volvió a mirar el contenido del plato.

—Tu nana sólo tenía esto en la nevera —chasqueó la lengua y se acomodó como debía en la silla para empezar a cenar—. Mi padre me enseñó a hacerlo cuando tenía quince años.

Romeo tuvo que levantar la mirada para darse cuenta lo brillantes que estaban los ojos de Nicolae al hablar del señor Fiore, podía sentir el gran aprecio que le tenía.

—¿Vas a cenar? —se miraron por unos segundos y Romeo se estiró un poco hacia el menor para darle un pequeño beso. Se separó con una sonrisa, alargándola al ver el rostro confuso de su amante—. Imbécil.

—Eres la primera persona, aparte de mi nana, que me cocina —cortó un trozo de aquella carne y se la llevó a la boca, saboreando. No estaba para nada mal, Nicolae sabía defenderse bastante bien en la cocina.

—¿Y tus padres? —preguntó el menor casualmente. Tuvo que reír con un deje de amargura, no podía evitar reaccionar así.

—Mi nana se encargaba de nuestra casa —probó el arroz y asintió dándole el visto y sabor bueno—. Mi padre solía trabajar mucho, desde los quince años, así que en ese aspecto le entendía; no tuvo tiempo para aprender a cocinar.

—Como tú.

—Sí, además, agradezco que mi nana siga conmigo —le sorprendió el hecho de poder hablar de aquel tema tan tranquilamente, junto a Nicolae, sin sentir el típico temor de expulsar todo lo que su corazón tenía guardado desde hacía mucho tiempo.

—Entonces eres hijo único.

—No —rio levemente—. Tengo un hermano mayor, pero vive en México.

—Pensé que ROYAL era un negocio familiar —el menor siguió cenando, dándole mirada pequeña de vez en cuando. Seguía sorprendido ya que solía perder el apetito cuando empezaba a hablar sobre su pasado.

—Nada que ver. Hugo y yo somos los socios mayoritarios —reafirmó algo que era totalmente evidente.

—Nadia te querrá mucho, ¿no? —ambos se miraron—. Me refiero a que tendrá un vínculo especial contigo para no haberse ido junto a tu hermano mayor.

—No te equivocas —frunció un poco el ceño y bajó la mirada hacia su plato—. Ha hecho más el papel de madre que la propia Pamela.

Nicolae detuvo el tenedor recargado de carne frente a sus labios, le miró y se puso recto en la silla, apartando un poco el plato.

—¿Quieres hablar de ello?

—No —respondió rápidamente—. Tan sólo te he reafirmado lo que has dicho..

Una venganza casi perfecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora