El ambiente estaba envuelto en una luz suave y cálida, la de una tarde que comenzaba a deslizarse hacia la noche. Las lámparas, cuidadosamente distribuidas, lanzaban destellos dorados sobre los muebles de madera oscura y las paredes, adornadas con fotografías que contaban historias de viajes, risas y días compartidos del matrimonio. El aroma de velas perfumadas a vainilla y jazmín flotaba en el aire, añadiendo una atmósfera íntima que solo pertenecía a ellos.
—Vamos, Romi, una pose sexy para la cámara. Algo que recordemos para siempre —la voz de Nicolae vibraba con una chispa juguetona, esa malicia suave que había sido una constante en su relación, un toque de travesura que nunca desaparecía, no importaba cuántos años pasaran.
Romeo, con una carcajada profunda y genuina, dejó que su risa resonara en la habitación. Aquella risa que tanto le gustaba a Nicolae, grave y envolvente, como una melodía familiar. Con un movimiento ágil, Romeo amagó con lanzarle un cojín, deteniéndose justo antes de que volara. Su esposo, con esa sonrisa pícara que iluminaba su rostro, lo miraba desde el otro lado de la habitación, su cámara en mano, capturando el momento.
—Nada de maltratar al camarógrafo —dijo Nicolae, en tono autoritario, aunque la sonrisa que curvaba sus labios traicionaba su seriedad.
La habitación, con sus sombras suaves, parecía palpitar con la calidez de una vida compartida. Era un espacio acogedor, lleno de detalles que solo una pareja que se conocía a la perfección podía apreciar. Cada rincón hablaba de ellos: las fotos, los recuerdos, incluso el desorden pequeño que dejaban en su día a día.
Romeo suspiró teatralmente, acomodándose la chaqueta del traje con un gesto elegante, casi despreocupado. Era imposible no responder a las provocaciones de Nicolae, pero el moreno siempre intentaba mantener un aire de compostura. Con esa sonrisa que Nicolae conocía tan bien, se giró hacia él.
—¿Desde cuándo te tomas en serio tu trabajo conmigo? —dijo Romeo, arqueando una ceja mientras su boca dibujaba una ligera sonrisa. Sabía que Nicolae disfrutaba viendo cómo se esforzaba por mantener el control en esas pequeñas batallas.
Nicolae, divertido, no pudo evitar reír suavemente.
—Vamos, papi. Saca esas nalgas tostadas al sol —respondió, con una sonrisa traviesa, encogiéndose de hombros como si fuera lo más normal del mundo.
El moreno lo miró, fingiendo estar atónito. Sus ojos oscuros, llenos de sorpresa teatral, se entrecerraron.
—¡¿Qué?! —exclamó, llevándose una mano al pecho—. Definitivamente, pasas demasiado tiempo con Luca. Voy a tener que conseguir una orden de alejamiento. Te está corrompiendo
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Una venganza casi perfecta ©
Storie d'amore"Era un plan infalible, la venganza perfecta, hasta que me enamoré. " [...] Ella está rota por dentro. Él ansía una cruel venganza. Y el culpable es el objetivo a destruir. Después de ser cruelmente dejada, con el corazón roto y la dignidad por los...