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— Tengo que irme urgentemente.— le expliqué rápidamente a mi jefe. No podía irme así porque sí.— Doblaré los turnos, pero ahora mismo me tengo que ir, mi hijo está muy enfermo.

— Bueno... Te dejaré libre cuatro días, si después de esos días faltas o te tienes que ir como ahora, te tendré que despedir.— me explicó lentamente, lo que me hizo perder la paciencia.

— Está bien, no le volveré a fallar.— le dije mientras abría la puerta para irme.

Me subí al coche y llegué al hospital en tiempo récord, empecé a buscar y Anna estaba al final de un pasillo con los brazos cruzados, esperando, con Tom a su lado, bastante preocupado. Me acerqué rápidamente a ellos y cuando llegué al lado de ellos, pude ver cómo Tom estaba llorando.

¿Tom? ¿Llorando?

— Me dijeron que esperara fuera, le están haciendo pruebas...— me dijo Anna.

— Claro...— Agaché la cabeza y miré a Tom, me arrodillé y le di un fuerte abrazo.— Cálmate, ¿Si? Bill estará bien.— Tom me devolvió el abrazo y negó.— No te preocupes, cálmate, mi vida.— le dije, él se separó y se secó las lágrimas con la camiseta.

Me levanté y me senté en unas sillas que habían en frente, esperando. Mi pobre Bill, cuando se recuperara iba a llevarlos a una piscina, haber si se distraían un poquito. Agarré mi teléfono y comencé a revisarlo para distraerme, aún no salía ningún médico.

— Sí. Aquí.— Escuché que hablaba Anna, levanté la cabeza y vi que hablaba con un médico. Me levanté rapidísimo, consiguiendo marearme.

— ¿Cómo está?— pregunté rápidamente.

— Yo bien, gracias.— me dijo sarcásticamente. Yo me puse mala cara, no tenía ganas para bromas ahora.

— El niño.— le expliqué.— Me refiero al niño.— hablé firmemente. Él me sonrió al ver mi desesperación por Bill.

— Tranquila, el niño está bien, solo se desmayó por falta de energía, al parecer hacía mucho esfuerzo cuando vomitaba. Pero si tiene una intoxicación grave.— Me explicó.— ¿Qué comió estos días?

— Pues, fuimos a un restaurante y desde ahí está así... Él también, pero se recuperó antes.— Le expliqué señalando a Tom.

— Ya veo...— habló pensativo, pasaron unos segundos de completo silencio.— Pasen, pueden verlo.— habló quitándose de la puerta para dejarnos entrar.

Al entrar vi como Bill tenía mucho peor aspecto, estaba más pálido que nunca. Me acerqué a la camilla y le tomé la manita, estaba helado. Lo miré con lástima y le comencé a acariciar la mano con mi pulgar.

— ¿Tiene alguna idea de cuando se pondrá bien...?— le pregunté al médico sin despegar la mirada de Bill.

— Sinceramente, no. Pero si sigue así un día más tendremos que ingresarlo, puede llegar a ser peligroso.

— Entiendo...— hablé soltando la mano de Bill y sentarme al lado de Tom. Era notable el miedo que tenía Tom. Le pasé un brazo por los hombros y le di un pequeño apretón.— Anna, puedes irte si quieres... Yo me quedaré aquí.

— Claro, gracias.— habló y más tarde se fue.

Nos quedamos los tres solos, el médico salió para darnos privacidad. Estuvimos un gran rato allí sentados, hasta que vi como Bill levantaba un brazo. Tom se incorporó rápidamente y fue a darle un fuerte abrazo.

— ¡Bill, me preocupaste demasiado!— dijo Tom aún abrazado a Bill. Bill no dudó y le devolvió el abrazo.

— Lo siento...— habló apoyando su cabeza en el hombro de Tom. Yo me acerqué a ellos y me apoyé en la pared. Tom se separó de Bill y Bill me miró por primera vez desde que llegué.— Mami, acércate, porfavor.

No lo dudé más y me acerqué a él, antes de que pudiera hacer o decir algo, ya me había envuelto en sus brazos, fue un abrazo demasiado tierno.

— Te extrañé muchísimo, mami...— habló Bill aún pegado a mí.

— Ay... No te preocupes, mi amor, me dejaron cuatro días libres, estaré con vosotros hasta que te mejores, mi amor...— le dije mientras le acariciaba el pelo tiernamente. Bill asintió rápidamente. Lo separé de mí, y al girarme, vi que Tom no paraba de llorar.— Tom... ¿Qué te ocurre...?— le pregunté acercándome a él, lentamente.

— No quiero que ingresen a Bill...— Me explicó. M arrodillé y le di un fuerte abrazo.

— Bill se pondrá bien, Tom, si no hoy, mañana...— le dije lentamente, mientras le acariciaba la espalda.— Pero si no se pone bien... Sería mejor ingresarlo... No podemos dejar que su vida corra peligro, ¿no?— Él negó desesperadamente entre algunos sollozos.— Bien.— Se separó de mí y se volvió a limpiar las lágrimas en su camiseta.

Agarré una silla y la acerqué a la camilla, me senté al lado de Bill, y, Tom, en mi regazo, Tom apoyó su cabeza en mi pecho, mientras con una mano, le daba la mano a Bill. Yo acunaba a Tom con los brazos para que no se cayera. En ese momento, el mismo médico de antes entró.

— Disculpe, no querría molestar ahora, pero tengo que darte algunas instrucciones para que Bill se mejore.— me explicó, yo asentí.

— Olvídese de las pastillas que le diste, tiene que comprarle esto.— me dió un papelito y yo lo acepté.— Si en 24 horas no para de vomitar, tráelo de vuelta.— yo asentí. Él se fue porque tenía que revisar un no sé qué, yo volví a mirar el papelito, estaba medio curiosito, por lo que le di la vuelta y vi un número escrito, yo enarqué una ceja.

— Mami, eres una ligona...— habló Tom intentando contenerse la risa a toda costa.

— ¿Qué pasó?— habló Bill sonriendo a causa de que su hermano intentaba no reírse.

— El médico le dio su número.— Habló señalándome, yo no podía procesar lo que acababa de pasar. Después de eso, Bill me miró y comenzó a reírse, y, a pesar de que no tenía muy buen aspecto, hacerle reír produjo que su rostro agarrara más color, ya no estaba tan pálido. Sonreí ante eso.

— Bueno... Ehh... Vamos a comprarte el bote...— dije.

— Sí, y a añadir el número...— habló Tom, y, está vez, no pudo contenerse la risa.

— ¡Tom!— exclamé intentando no reírme, la situación era subrealista. En eso, entró el médico, y, obviamente, Tom me miró mientras levantaba y bajaba las cejas.

— Bueno, pueden irse cuando quieran.— nos explicó.

— Pues... Nos vamos ya...— hablé evitando mirarle a toda costa, Tom se quitó de mi regazo y cargué a Bill en brazos.— Gracias.— le dije al médico antes de salir por la puerta.

Fuimos a la farmacia y le compré el bote a Bill, en el momento que llegamos, se lo di, subimos y lo bañé, más tarde bañé a Tom, quería que le ayudara con el pelo, y a mí me daba miedo dejar solo a Bill. Se podía desmayar o algo. Comimos y pasamos toda la tarde tranquila, Bill no vomitó y Tom estaba con la televisión, junto a Bill, estaban tiernamente abrazados viendo la pantalla. Llegó la hora de cenar y todos cenamos, subimos y acosté a Bill y a Tom, mientras yo me fuí a bañar, una vez que acabé, me metí con ellos en la cama, quedándome dormida rápidamente.

Autora
HOLAAAAAAAAA, CHICOS YA TENGO DATOOOOOOOOOOOOS 💪
Y, toca felicitar a mis gemelos favoritos 😭 (fuera del fic) 34 años ya 💔 tienen que dejar de crecer.

La niñera | Bill y Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora