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(punto de vista: ___)

Subí las escaleras y me asomé a la habitación de Bill.

— ¿Cómo estás, mi vida?— le pregunté sin entrar en la habitación. Él se encogió de hombros.

Me acerqué a él y me senté en su cama.

— Siento haberte hecho preparar la cama hoy...— se disculpó.

— No te preocupes... Si así te sientes más cómodo... No tengo problema.— le aclaré, entendía que se sintiera incómodo al dormir acompañado.

— ¿Puedo abrazarte?— me preguntó apenado.

— Hasta la pregunta ofende...— le dije mientras me inclinaba hacia él y envolverlo cálidamente. Bill me devolvió el abrazo y segundos después pude sentir pequeños espasmos en él.— ¿Estás bien, Bill?— le pregunté sin separarlo de mí. Bill negó varías veces.

— Ya pasó... Trata de pensar en otra cosa... ¿seguro que quieres dormir solo?

— Mami, Tom lo volvió a hacer...— habló con la voz completamente rota.— Y fue por mi culpa... Porque me enfadé con él, yo le dije que tenía la... la culpa de todo... Vino a hablar conmigo y no le...no le traté muy bien... Al final yo tengo la culpa...— dijo pegado a mi.— ¿Por qué todo me sale tan mal?


— No, Bill... No te culpes, ninguno tuvo la culpa de nada.— Él asentía desesperadamente.— No, mi amor... ¿Tom, volvió a hacer qué?— le pregunté teniéndome lo peor.

— Mami, se encerró en el baño de nuevo...

— Oh...

— Habla con Tom, porfavor...— me dijo mientras se separaba de mí.

— Claro... ¿Quieres dormir solo, de verdad?— me apartó la mirada apenado, agachó la cabeza y negó levemente.— Pues vente, se me hizo raro que mi Bill decidiera dormir solo.— Él me sonrió tímidamente y se levantó de la cama.

Me dirijí al cuarto, buscando a Tom, estaba sentado en la cama, con una sudadera puesta. Tom me miró y se encogió en su sitio.

— Bill te lo dijo, ¿Cierto?— habló Tom sin mirarme. Yo asentí una vez.

— Déjame verlas, ¿Si?— le dije cálidamente.

— No son tan profundas, no es necesario.— añadió aún sin mirarme.

— Tom, porfavor... Si se infecta será peor...

— Nunca se me infectaron, no creo que pase ahora.

— Tom, déjate ayudar... Porfavor.— me miró por primera vez y se levantó la manga. Me acerqué a él y me senté a su lado.

Le agarré el brazo suavemente y agarré algunas gasitas que tenía en la mesita de noche, fuí al baño y las mojé en agua limpia, y luego agarré el alcohol. Volví al cuarto y le volví a agarrar el brazo.

Le pasé la casita mojada por el brazo, y segundos después escuché claramente como suspiraba. Levanté la cabeza y lo miré preocupada.

— ¿Te dolió?— le pregunté levantando la gasa rápidamente.

— No... Es que... Siento que estés malgastando tu tiempo en esto... Ya podrías estar acostada...— Me explicó.

— Tom, ya sabes que no me molesta ayudarte, pero no estuvo bien que lo hicieras de nuevo... Sabes que tienes el apoyo de todos...

La niñera | Bill y Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora