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Bill se aferraba a mí como si su vida dependiera de ello, no dejaba de llorar, no sabía que hacer, Tom no paraba de culparse, tampoco dejaba de llorar. Yo abrazaba a Bill intentando consolarlo, sabiendo que sería imposible.

Se fue tan emocionado...

— Ya pasó... Todo está bien ahora, Bill...— Intenté consolarlo, aún sabiendo que nada estaba bien, conocía perfectamente ese sentimiento. Él negó contra mí cuello, aún llorando.

— Mami, lo siento...— habló Tom.

— Tom...— Empecé.— No tienes la culpa. Nadie la tuvo. Porfavor, para de culparte.

Tom me miró y esa mirada me rompió de todas las formas posibles, realmente se sentía culpable.

— No, Tom...— hablé, y, rápidamente pude sentir como mis ojos se comenzaron a aguar.

Tom apartó la mirada y encendió la televisión, intentando distraerse.

— Bill, mi vida... Necesito ir al baño...— mentí. Bill asintió y se separó de mí, mirándome. Casi hubiera deseado no haberle mirado. Se veía de una forma... Ni si quiera lo puedo describir con palabras.

Se levantó de mi regazo y subió rápidamente al dormitorio. Yo agarré mi teléfono y me encerré en el baño. Tenía varios mensajes.

"Qué va, terminé mi turno hace un rato."
"¿Al final le compraste el bote a Bill?"
"Quizás estés tú ocupada..."
"Ya le dejo."
"Por cierto, ¿Cómo sigue Bill?"

Todos los mensajes fueron enviados en distintas horas. Volví a leer los mensajes, preguntándome si debería pedirle ayuda.

"Bien en ese aspecto"

Le respondí.

"Oye... Esto es raro e incómodo, ya lo sé, pero... ¿Sabrías que hacer si alguien está muy muy mal? Al punto de no parar de llorar."

Escribí con las manos temblorosas. Sabía que era una estupidez, era médico, no psicólogo, miré de nuevo el mensaje y traté de borrarlo, pero rápidamente vi como comenzaba a escribir, dándome a entender que ya lo había leído.

"Me alegro de que Bill siga bien."
"¿Por qué me preguntas eso? ¿Estás bien?"

No sabía que responderle. ¿Por qué tuve que mandarle el mensaje?

"Yo sí... Es por Bill, pasó algo horrible y no deja de llorar."
"Estoy preocupada."

Contesté.

"Intenta no dejarle solo, lo último que querrá es estar solo en un momento así, posiblemente te diga que quiere estar solo, pero no es así"

Me contestó rápidamente.

"¿Y que pasa con Tom? No lo puedo dejar solo, se siente culpable."

Escribí rápidamente... Realmente no sabía que hacer.

"Trata primero a Bill, la culpa es un sentimiento horrible, pero es llevadero, ¿Me entiendes? Me quiero referir a qué días después no lo tendrá tan en cuenta, depende de la gravedad del asunto, claramente."

Lo leí varias veces, pensando. Este asunto era grave. Pero no sabía cómo actuar, yo lo pude sobrellevar, pero Bill tenía nueve años...

"Bueno... ¿Estás muy ocupado?"

Le pregunté, quizás sea una tontería lo que iba a hacer, pero no tenía otra.

"Para nada."

Al leer eso, le di al botón de llamar, me cogió el teléfono al segundo tono.

— Discúlpame, pero no sé qué más hacer...— hablé mientras salía del baño.

— No tengo ningún problema, de verdad.— habló desde el otro lado de la línea.

Bajé las escaleras y le di el móvil a Tom.

— Tom, mi amor, habla con él, ¿Si?— Tom me miró y asintió.

— Disculpe, no me sé ni su nombre... Pero, ¿Podría hablar con Tom? Quiero intentar ayudar a Bill.— pregunté.

— Claro.— habló.

Le di el móvil a Tom y comenzaron a hablar, yo subí rápidamente y toqué la puerta de la habitación.

— Bill... ¿Puedo pasar?

No hubo respuesta.

— ¿Bill...?— hablé abriendo la puerta lentamente y buscándolo con la mirada. Estaba sentado en la cama, con las rodillas en alto.

Cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a él.

— ¿Cómo te sientes...?— pregunté. Él se encogió de hombros. Ninguno de los dos dijo nada más durante un par de minutos.

— ¿Por qué a mí?— habló Bill.

Silencio.

Yo tampoco lo entendía. Bill me miró con muchísimas emociones juntas. No sabría describirlas todas.

— Ven...— susurré para segundos después acercarlo a mí y abrazarlo fuertemente, él no me devolvió el abrazo.

— ¿Hay algo mal en mí...?

— No, Bill.— negué rápidamente.— No digas eso. Todo en tí está bien.— dije honestamente.

— No sé qué hacer... No hice nada malo...— habló y puder oír como se le quebró la voz al pronunciar la última palabra.

— No te preocupes...

Bill se encogió de hombros y agachó la cabeza.

— Necesito... Necesito sentir algo...— Empezó, pero no comprendí del todo lo que quería decir.— Mami, hazme creer de alguna forma que tengo que seguir adelante...— terminó, y justo después, alzó la cabeza, mirándome con lágrimas en lo ojos. Y ahí comprendí sus palabras.

— Bill, no...— pero no pude acabar, comencé a llorar.— Bill no digas eso, porfavor...— le dije mientras lo apretaba más fuerte contra mí.

Tenía nueve años.

Nueve años.

No tenía ninguna necesidad de pensar de esa forma. Ni él ni nadie.

— ¿Quieres bajar un rato, Bill?— le pregunté intentando cambiar de tema. Él simplemente negó repetidas veces.

— Puedes bajar tú... Igual... Igual Tom también se siente mal...— habló un tantito avergonzado. Lo miré con lástima y me incorporé.

— Si necesitas algo me llamas, ¿Vale?— Bill asintió.

Bajé y escuché como Tom se reía, luego recordé que lo dejé hablando con ese médico. Bajé a toda velocidad, Tom me miró y se comenzó a reír más, con el móvil en la oreja aún.

— ¡Está roja...!— casi no le salía la voz.

No entendía nada.

Escuché como se despidieron y Tom vino a traerme el teléfono.

— Me cayó bien tu amigo.— me dijo.

— ¿Qué amigo?— pregunté sarcásticamente, sabía a quien se refería.

— El médico ese...— habló tratando de no sonreír.

— No es mi amigo.— hablé firmemente.— ¿De que hablaron?

— ¿Eh? De... Nada importante...— habló conteniéndose la sonrisita.

— Sí... Seguro...— hice una pausa.— ¿Y tú? ¿No tienes ninguna amiga?— pregunté.

— Varías...— Dijo descaradamente. Yo le miré y casi se me descolgó la mandíbula.

— ¿Y no me dices nada?— pregunté atónita.

— Ya te dije.— dijo para luego subir las escaleras.

Autora
PUEDO JUSTIFICAR MI DESAPARICIÓN.
(me quitaron el móvil 😞)
Pero ya volví. HOLAA, ya no se qué más deciros, DISFRUTEN EL CAP! 🫶

La niñera | Bill y Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora