Capítulo 13

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El sol matutino da directo a mi cara lo cual me hace arrugarla en molestia. Dios... había olvidado cerrar la cortina de nuevo. Debería levantarme a cerrarla, pero estaba muy cómoda en el lugar donde estaba, estar debajo de las sabanas y la almohada estaba bien calentita y cómoda.

Sin abrir los ojos vuelvo a acomodarme en la mullida y dura almohada. La almohada se sentía algo rara, era firme, cálida y además de eso subía y bajaba cada cinco segundo, se sentía como si estuviera acostada encima de alguien...

Abro los ojos de repente. Doy un rápido vistazo a mi alrededor. Paredes blancas sencillas, uno que otro cuadro de una pintura. La mesita al lado de la cama de caoba que tenía una lampara... esta no es mi habitación.

¿Dónde diablos estaba?

Se escucha un suspiro encima de mí y unos brazos acomodan su agarre a mi alrededor. Sin poder evitarlo echo un vistazo al firme agarre de unos brazos venosos a mi alrededor.

¡Oh, Dios mío! Oh. Dios. Mío

Estaba con un hombre en un lugar que no era mi habitación. ¡Jesús! ¿Dónde demonios me metí?

Inhalo con fuerza. Intento un par de respiraciones para controlarme. Estaba a punto de perder la maldita cabeza. Me muevo y alzo las mantas despacio con miedo a lo que pueda enfrentarme.

Bien. Estábamos vestidos. La tensión de mi cuerpo de va poco a poco. Por lo menos no he tenido sexo con nadie en una noche de borrachera. Me aplaudo por ello.

Si no estaba aquí por haber tenido sexo... ¿entonces que hacía aquí?

Alzo la mirada encontrándome con el rostro durmiente de Jake, se me corta la respiración. Se veía... muy bien mientras dormía. Es guapo. Jake era buenmozo y no era ciega como para no notarlo. Lo he sabido todo este tiempo, pero no había tomado el tiempo para verlo a detalle o tan cerca como lo estaba ahora.

Sus largas y abundantes pestañas que acarician suavemente sus pómulos. Su lenta y delicada respiración. Su rostro estaba libre de marcas o machas, era totalmente suave y pulcra, estaba bien cuidada. Su cabello estaba echo un desastre como si se hubiera pasado la mano muchas veces durante la noche.

Mis dedos pican por pasar entre la abundante mata de cabello y saber que tan suave eran. Sin poder resistirlo paso mis manos superficialmente por sus hebras azabaches. Eran muy suaves al tacto, demasiado suave y adictivo. Sin contenerme continúo tocando con cuidado de no despertarlo. Sin embargo, algo me dijo que bajara la mirada de nuevo y unos somnolientos ojos cafés me observaban atentos.

Grito sin poder evitarlo e intento bajarme de encima. No obstante, al tener tanta prisa no me fijé que estaba acostaba en la orilla de la cama lo cual me hizo resbalar. Cierro los ojos preparada para el impacto, que nunca llegó.

Unos brazos sujetan mi cintura con fuerza y vuelven a atraerme hacia él. Estaba de nuevo encima de su pecho. Su jodido, firme, cálido y muy cómodo pecho. Con el corazón yéndome a mil por hora alzo la mirada hacia él.

Tenía una sonrisa perezosa en sus labios aun observándome, lo único que ahora tenía ese brillo travieso en su mirada, ese que tanto le caracterizaba. Mi corazón aleteó, debe de ser por la adrenalina que me recorría por el cuerpo al casi caerme,

—Buenos días —saluda con voz ronca antes de dejar ir una de sus manos de mi alrededor y llevarla a su boca para bostezar.

Su voz matutina es mil veces más ronca que las otras veces.

—Buenos días, Jake —susurro avergonzada. Tanto por estar arriba de él, haber dormido encima de él y haber sido atrapada acariciando su cabello mientras dormía como si fuera una acosadora.

El precio de amarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora