Los días transcurrieron con total normalidad... bueno, no al cien por ciento. La única variable fue el hecho de no estar hablando con Justin y Emily en estos días. Me llamaron, dejaron muchísimos mensajes al buzón y de textos. Si los veía en la universidad, porque si intentaron acercarse, huía sin duda alguna. Otra cosa también es cuando me encuentro con Ethan por lo pasillos. O al menos cuando lo hacía.
Está empeñado a no dejarse ver por mí, si antes no lo veía imagínense ahora. No quiere tener que ver mi presencia ni siquiera en la lejanía. Sé que metí un poco —mucho— la pata el sábado, pero eso no significa que no me haya sentido horrible por haberlo descubierto y mucho menos disminuya la posible vergüenza que esté sintiendo Ethan. Tal vez no nos hayamos visto por tres años o no tenemos la misma conexión y cercanía. Aun así, sé que sus ojos no mienten, es la parte mas expresiva de él, sé que lo herí y me hace sentir muy culpable.
El día verlo había llegado. Es viernes y eso significa que la única clase que compartimos la imparten hoy. Cuando llegué al aula, ya estaba en la mesa que nos correspondía leyendo, siempre con una silla de distancia entre nosotros. Camino hacia él y dejo caer mi bolso sobre la mesa sentándome.
El seguía inmiscuido en su lectura ignorándola de manera descarada como ya es costumbre. Carraspeo un poco fuerte con tal de llamar su atención, pero no se inmuta y pasa la hoja de su libro con toda su calma.
Cuando iba a quejarme sobre eso, el maestro hace acto de presencia. Ahí mi oportunidad de hablar con él se fue al caño.
Sin embargo, los minutos pasaban, el maestro hablaba y habla, mientras que yo no podía prestar atención a nada de lo que estaba diciendo. Era como sin no estuviera presente en la clase, pero de forma física sí. Mi pierna subía y bajaba sin poder contenerme. Los rayones en el cuaderno de mi nombre escrito una y otra vez, con un lettering perfecto.
Suelto un fuerte suspiro.
Debo de hablar con él. Ya era una necesidad, mi mente y cuerpo exigían que hablara con él de una vez por todas.
—Ethan —susurro.
Él sigue escribiendo en su cuaderno.
—Ethan, necesito hablar contigo —vuelvo a intentar llamar su atención.
—Ahora no, Jennifer —masculla sin girar a verme.
—Ethan, yo...
—Señorita Lennon, ¿tiene algo que compartir con la clase? Parece ser que, lo que está compartiéndole a su compañero no puede esperar a que termine mi clase.
Mascullo una disculpa y el maestro vuelve a explicar el tema que estaba impartiendo. Desvío la mirada un segundo hacia el maestro, asegurándome de que continua de espaldas y vuelvo a inclinarme hacia Ethan.
—Lamento lo que pasó el sábado —murmuro.
—Estamos en clase, Jennifer. Ahora no.
—¿Cuándo si no es ahora? —Me alejo al ver movimiento y simulo estar atenta en clase hasta que el maestro encuentra las hojas de su maletín y sigue escribiendo en la pizarra—. ¿Me dejarás hablar contigo a la salida? —se queda en silencio y gruñe por lo bajo—. Sé que no lo harás y te vas a escabullir como el cobarde que eres, Harvey.
Deja de escribir y se gira hacia a mi mirándome de irritación. Sus ojos se oscurecieron como es normal cada vez que se molestaba, no obstante, un brillo se hace presente en ellos.
—Por lo menos no fui yo quien se largó sin explicación durante tres años.
Jodido golpe bajo.
—No cambies de tema, sabes a que me estoy refiriendo —siseo ignorando la punzada en mi pecho.
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El precio de amarte ©
Genç KurguLibro #2 de la bilogía "El precio" Tomando la decisión de marcharse de su ciudad huyendo de los fantasmas del pasado que amenazaban con destruirla una vez más, Jennifer, se va sin decir adiós, dejando a su chico de ojos azules con un corazón roto y...