—Hogar dulce hogar —canturrea Justin una vez se estaciona delante de su hogar y se gira a mirarme con una pequeña sonrisa vislumbrándose orgulloso.
—Vaya, remodelaron todo —exhalo admirando el panorama frente a mis ojos. La casa ahora es de dos pisos con un diseño tradicional y elegante. Presenta un exterior gris oscuro complementado con detalles blancos en las ventanas, columnas y barandillas. La entrada principal está enmarcada por un porche cubierto sostenido por columnas blancas, creando un espacio acogedor. El jardín frontal está bien cuidado, con césped verde y arbustos que rodean la casa.
—El año pasado mamá se le metió en la cabeza que la casa ya no era tan acogedora pero ya sabes cómo es ella, cuando algo se le mete en la cabeza...
—Es difícil que salga de ella.
Chasquea sus dedos apuntándome.
—Exactement —me guiña un ojo juguetón—. Bajemos antes de que se impaciente y comience a preguntarme por qué estoy tardando tanto en traerte —Rueda los ojos y yo no puedo evitar sonreír de lado sabiendo lo imperativa que se pone la madre de Justin cuando algo le emociona en demasía.
Justin saca sus llaves antes de que tuviera la oportunidad de abrir la puerta del frente esta se abre dejando ver a una hermosa señora de baja estatura; cabello castaño corto y ojos cafés saltones, vistiendo un lindo vestido floral azul pastel. Sus labios estaban pintados en un tono nude y solo se había puesto un poco de rubor en sus mejillas haciéndola lucir adorable. Cuando sus ojos caen en mí su mirada brilla y muestra una sonrisa con muchos dientes para después rodearme con su pequeño cuerpo con mucha fuerza y efusividad.
—Ma belle Roselyne, bienvenue! —Exclama balanceándonos de un lado a otro, a pesar de toda la calidez que me transmitía su saludo, se me hizo imposible no tensarme al escuchar mi nombre salir de sus labios.
—Cariño, su nombre no es Roselyne, es Jennifer —Aparece el Sr. Connor por la puerta. Sus ojos de la misma tonalidad que su esposa e hijo, el cabello recortado por los lados y perfectamente peinado hacia atrás como siempre lo suele llevar para trabajar. Se encontraba vistiendo una camiseta de cuello blanca y unos pantalones de tela crema.
La Sra. Connor un poco reticente me deja ir y me mira apenada.
—Lo lamento, Jenn. A veces es la emoción que me hace olvidarlo.
—Está bien, no se preocupe Sra. Connor. —Me esfuerzo en sacar a relucir una sonrisa que no deje ver lo tensa que me sentí al escucharlo de nuevo, esto me lleva a preguntarme cuando será el día en que pueda escucharlo sin sentirme incómoda.
—Belle, te he dicho que me tutees. Te conozco desde que eras una bebé somos familia, así deja eso de Sra. Connor y llámame por mi nombre.
—Está bien... Camille. —pronuncio despacio y esta asiente con aprobación.
—Cariño deberías de dejarlos pasar o sino nos quedaremos todo el día en el pórtico.
—¡Tienes razón! Pasen no se queden ahí deben de estar hambrientos.
Nos encaminamos todos juntos escuchando las regañinas de la Sra. Connor hacia Justin a lo cual él respondía con unas muecas mientras se quejaba ganándose unos cuantos coscorrones de su madre, a lo cual todos nos reíamos y nos dirigimos al comedor donde ya los platos estaban en su lugar, solo faltaba acomodar los cubiertos y algunos vasos.
—Cieux! Se me olvidó terminar de preparar la mesa, iré de un pronto a ponerlos.
El Sr. Connor deposita sus manos sobre los hombros de su esposa haciendo que esta lo mirara encontrándose con la sonrisa amorosa en los labios de su esposo.
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El precio de amarte ©
Novela JuvenilLibro #2 de la bilogía "El precio" Tomando la decisión de marcharse de su ciudad huyendo de los fantasmas del pasado que amenazaban con destruirla una vez más, Jennifer, se va sin decir adiós, dejando a su chico de ojos azules con un corazón roto y...