Escena oculta desbloqueada.
¿Están listos?Era una tarde como cualquier otra cuando un joven de dieciocho años se encontraba podando el césped del jardín de su hogar. Era pleno verano, no tenía responsabilidades académicas, por lo tanto, se puso manos a la obra para limpiar y arreglar algunos lugares de su casa, en un intento de tener un día algo productivo.
El chico se detuvo unos instantes, sintiendo incomodidad al llevar la polera empapada de sudor debido a las horas expuestas debajo del ardiente sol de verano.
La deja encima de una tumbona que se encontraba cerca para seguir haciendo su labor que casi, casi podría dar por finalizado.
Desde la lejanía había una persona mirando desde lo alto de su ventana sin perder ningún movimiento del chico, relamiendo sus labios resecos al estar presenciando dicho espectáculo del cual su joven vecino le brindaba. El ver esos abdominales a plena luz del día, el cómo se contraían cada vez que ejercía fuerza al empujar la podadora; lo sexy que se veía cuando echaba su cabello hacia atrás o cuando remojaba sus labios resecos y ni hablar de esos pantalones perfectamente apretados que resaltaba deliciosamente aquellos redondeados y levantados glúteos. Enviaban un estremecimiento deliciosamente placentero por todo su cuerpo.
Quién diría que ese joven al pasar los años sería todo un hombre, bien formado y bien dotado de pies a cabeza. Por lo que una idea se le cruza por su cabeza y le hace sonreír ampliamente para comenzar a bajar rápido las escaleras para ir hacia la cerca que separaba los dos jardines.
—Buenas tardes, vecino.
El joven detiene su labor para levantar la vista hacia la voz.
—Buenas tardes —baja la mirada para continuar deshierbando.
La mujer sin poder detener sus impulsos, abre la puerta que separaba los patios para plantarse a lado del joven de cabello azabache.
—Supe que la tienda de música que le dejaron sus padres está en quiebra... —intenta llamar su atención, pero lo único que recibió por parte del chico fue un leve tarareo sin despegar la vista de su tarea—. Es una lástima que el único recuerdo que tienes de ellos, estés a punto de perderlo — comenta muy cerca de su oreja poniendo una mano en su musculoso brazo provocando que el chico se aleje de su toque como si este quemara.
—Si... una lástima —se aleja al otro lado de la cerca para seguir quitando las malas hierbas, con la esperanza que la señora notara su falta de interés en continuar la conversación y que entendiera la indirecta de que no la quería ahí.
—Siento tanto que tengas que pasar por esto cariño —intenta una vez más llamar su atención fallando en el acto.
¿Aun no captaba lo mucho que le desagradaba su presencia? No quería seguir hablando con ella. Su mirada clavada en su anatomía le provocaba escalofríos en todo el cuerpo. Desde la primera vez que la conoció no le dio buena espina. Ahora que estaba al lado de él devorándolo desde cerca hacía que todas sus alertas estuvieran activadas.
—Gracias —se limita a responder recogiendo las dos bolsas de basura para ponerlo a un lado y recoger el rastrillo que estuvo utilizando.
—¿Y tus hermanos? ¿Dónde están?
Sus hermanos estaban en la escuela ya que era martes, pero como sabía que a la vecina le importaba un comino sobre sus hermanos se limitó a responderle lo necesario solo por cortesía.
—No están. Están en el colegio.
Hizo un ruidito en respuesta.
—Mira lo musculoso que te has vuelto en todos estos años, están tan grande y tan maduro. Además de que cuidas a tus hermanos por tu cuenta... te hace ser todo un hombre...
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El precio de amarte ©
Genç KurguLibro #2 de la bilogía "El precio" Tomando la decisión de marcharse de su ciudad huyendo de los fantasmas del pasado que amenazaban con destruirla una vez más, Jennifer, se va sin decir adiós, dejando a su chico de ojos azules con un corazón roto y...