—¿Qué haces aquí? —cuestioné, completamente consternada—. Joder...Mis ilusiones se habían roto en mil pedazos cuando él apareció, su rostro no había cambiado en absoluto, los mismos ojos negros, sus labios carnosos, el aro de su nariz, y el corte en la ceja que tanto lo caracterizaba.
Lo único distinto era su cabello, que tenía un tono amarillo, y su cuerpo también estaba más fornido.
Lucía la misma chaqueta negra, típica de cierto chico de ojos azules, ambos compartían ese aire de superioridad que te dejaba odiarles, y al mismo tiempo desearles, pero no cabía duda de que a Aaron le quedaba mejor.
Un momento. ¿Por qué los comparo?
—Quería pedir disculpas por todo lo que pasó y-
¿Qué?
—No me jodas. —mascullé, interrumpiendo cualquier intento de discurso barato.
No podía creer que tuviese el descaro de presentarse ante mí, después de como acabaron las cosas.
—Hadita. —insistió.
Me llamaba así siempre que quería conseguir algo, al final yo siempre terminaba dando mi brazo a torcer y complaciendo sus deseos aunque fueran en mi contra.
—No me llames así. —gruñí, cabreada por tener que verlo a la cara después de tanto tiempo.
¿Acaso creía que seguía siendo una niña ingenua y que creería cada palabra? Estaba equivocado.
Aunque él no llegó a perpetuar su engaño, pensaba en mi hermana, le gustaba Sasha mientras estábamos juntos, las miradas que le dedicaba, siempre sacando charla, siempre trayendo regalos para ambas, eso era una traición.
Y no le iba a perdonar nunca que se hubiese fijado en la persona que más adoro en este mundo, después de mi madre.
—Yo mejor me voy yendo. —anunció Mohammed, a quién le dediqué una mirada cargada de odio. Bastardo.
Michel en su lugar le sonrió en agradecimiento. ¿De dónde demonios se conocían esos dos? ¿Del instituto?
Podía ser una posibilidad dado que Michel pasó su último año en mi instituto, ahí fue dónde nos conocimos, luego pasó lo demás. Era probable que conociera al chico.
Este se marchó un minuto después, su cara de susto era más que evidente, quizás pensó que lo estrangularía con mis propias manos al dedicarle una mirada tan atroz, ojalá eso no fuese ilegal.
El auto dejó una nube de polvo y humo que afectó a mis fosas nasales y estornudé.
Michel aprovechó ese momento para acercarse a mí, yo retrocedí instintivamente.
—No des ni un paso más. —exigí, afectada por su repentina cercanía—. ¿Por qué hiciste esto? Sabes perfectamente que no iré contigo a ningún lado.
—Ambos sabemos que sí te hubiese pedido salir a charlar, no hubieses accedido. ¿Cierto?
Algo de razón si tenía, por supuesto que no iba a aceptar.
—Por esa misma razón tuve que convencer a Moha. —prosiguió.
—¿De dónde lo conoces? A Mohammed.
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El Chico Del Balcón Vecino © REESCRIBIENDO
ChickLit¿Qué podrían tener en común un carismático guitarrista y una solitaria chica de diecisiete años? *** Sofía odia estar rodeada de personas, el hard-rock y los hombres, aunque en el fondo sueña con un príncipe azul que le ayude a salir del capullito d...