No podía conciliar el sueño, por más que lo intentara, estaba dando vueltas en la cama con miles de pensamientos revoloteando en mi cabeza.
No podía controlarlos, estaba exhausta y sólo quería dormir, pero todo indicaba a que no iba a lograrlo.
Rebeca estaba durmiendo hacía horas, decidió quedarse en mi casa por qué la suya queda más lejos y no podía ir sola hasta allá a estas horas.
Yo quería poder dormir así como ella, a pierna suelta, pero mi mente era un recipiente para preguntas sin respuestas.
Decidí salir afuera a tomar el aire y sentarme un rato en mi sofá, a ver si me daba sueño, pero fue todo lo contrario, cuando salí, mi vecino estaba vomitando, se aferraba al barandal del balcón, vistiendo sólo un pantalón a cuadros.
Lo miré y mordí mi mejilla por dentro, mis ojos escocieron, quería llorar, quería correr y besarlo, quería golpearlo, quería huir... me estaba volviendo loca.
El peor error de una persona que tiene el corazón partido, es querer que el causante de tal sufrimiento sea quien lo consuele.
Y era exactamente lo que me pasaba.
No esperé más y pegué media vuelta antes de cometer algún error, pero él se percató de mi presciencia antes y aulló mi nombre. Aún estaba alcoholizado.
—Sofía. Espera , no te vayas. —dijo suavemente.
Lo escuché de espaldas.
—No te vayas, no me dejes aquí solo ¿Vale? —prosiguió con la voz rota—. Eres lo único bueno que tengo en mi vida...
Cerré los ojos, escucharlo dolía, dolía por qué no podía perdonarlo.
—Te amo.
Sus palabras quedaron en el aire pues me atreví a avanzar hacia la puerta, fue cuando lo escuché tratando de cruzar a mi balcón y me asusté tanto que retorné corriendo.
—¡Espera idiota! ¿Acaso quieres matarte? —exclamé enfadada—. Por favor vuelve a tú cama y duérmete....
Él me miró y se sentó en el suelo, se aferró al barandal y negó con la cabeza.
—No puedo dormir. —musitó—. No puedo comer, no puedo ni hablar con nadie. Sólo quiero que no me dejes, ódiame Sofía, pero no te vayas...si tú te vas, no tengo razón para estar más aquí.
—Mírate Aaron, estás de la mierda, incluso escucharte me duele. ¿Cómo quieres que siga aquí? Si verte es revivir las palabras de Félix... las tuyas propias.
—Yo lo siento tanto... te juro que me arrepiento mil veces... —balbuceó—. Quisiera que todo esto fuera sólo una pesadilla....
Negó con la cabeza y enseguida le dió una arcada, casi se vomita encima y yo también, por el asco.
Supe que tendría que encargarme, aunque eso suponía estar cerca. No iba a dejarlo así , simplemente no podía.
Brinqué al otro lado y me agaché , quedando a su altura, Aaron sonrió y extendió una mano para tocarme pero no lo dejé.
—Estás aquí. ¿Estoy soñando o qué? —preguntó sonriendo.
—Ayúdame a levantarte... A la de tres. —pedí, expulsando el aire de mis pulmones y aspirando nuevo—. Uno... dos... tres....
Hice toda la fuerza que pude, y logré ponerlo de pie con mucho trabajo. Lo guié hasta su ducha, la cual abrí y dejé que cayera todo el líquido frío sobre su cabeza, no fue fácil, él seguía hablando incoherencias y no hacía más que mirarme y tiritar, yo estaba ahí parada con la toalla en las manos, esperando un segundo para dársela... , no sé por qué en algún momento pensé que esta noche iba a acabar bien.
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El Chico Del Balcón Vecino © REESCRIBIENDO
ChickLit¿Qué podrían tener en común un carismático guitarrista y una solitaria chica de diecisiete años? *** Sofía odia estar rodeada de personas, el hard-rock y los hombres, aunque en el fondo sueña con un príncipe azul que le ayude a salir del capullito d...