A las cuatro Aaron me recogió en el primer piso de mi edificio, se veía muy atractivo, luciendo una camisa negra satinada de mangas cortas y un pantalón del mismo color, su cabello estaba desordenado y brillante como siempre, y su olor, por dios su aroma me embriagaba.Tuve que corregir mis pensamientos, esta noche tenía un plan y no podía arruinarlo, esta vez sería yo quién lo pondría en su lugar... o al menos eso es lo que esperaba que sucediera.
-Estás preciosa... -expresó con una sonrisa agradable, ofreciéndome su mano con galantería, me sorprendió el gesto y me quedé mirándolo por un segundo sin entender absolutamente nada.
¿Qué podía pasar sí sostenía su mano?
Supongo que nada importante.Tragué grueso y decidí dejarme llevar por una vez en la vida, y la tomé. El calor de su palma me hizo sentir muy segura, su mano era enorme y suave, y rodeaba perfectamente la mía. Me gustaba esa sensación de tranquilidad.
-Gracias. -murmuré y lo miré a los ojos-. Espero que sepas que sólo hago esto por qué quiero beber y comer gratis.
Mentiras. Lo hago por qué quiero demostrarte que puedo ser mejor jugadora que tú.
-¿Por qué más sería? -preguntó con ironía y apretó mi mano, sus ojos se dirigieron a los míos y sonrió.
Esa mirada me estaba confundiendo, debía decir algo.
Abrí la boca pero la cerré de golpe, la volví a abrir, sin embargo nada salía...
¿Qué podía decir a continuación?
El sonido de una bocina interrumpió el momento, salvándome del vergonzoso momento.
Sonreí al ver la camioneta de Dante, quién otra vez nos llevaría a nuestro destino. Intenté soltar la mano de Aaron, pero este me lo impidió y en su lugar me apretó con más fuerza.
Cruzamos miradas, no quería que nadie pensara algo erróneo acerca de nosotros. Mucho menos sus amigos, eso era declararme abatida en un juego que yo misma inicié.
Traté de soltarme una vez más pero él no iba a rendirse fácilmente. Yo tampoco.
-Vamos...
-Suéltame la mano. -ordené con la voz temblorosa, realmente estaba avergonzada y me sentía estúpida.
-No lo haré. -respondió categóricamente y empezó a caminar.
-Aaron espera-
No tuve más remedio que seguirle de cerca, mis tacos plateados no ayudaban mucho, y el camino a la camioneta se tornó lento y tortuoso, sentía que los ojos de todos ahí dentro estaban puestos en mí y en mi vestido rojo con lentejuelas.
Quizás debí elegir un look menos llamativo, pero este favorecía mi tono de piel, y quería lucir bien esta noche.
-¿Estás incómoda? -cuestionó él, en un tono demasiado bajo.
Por supuesto que estoy incómoda. Luzco cómo la novia tonta del chico malo. Y no quiero ser un estereotipo.
-No. -mentí-. ¿Por qué lo estaría?
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El Chico Del Balcón Vecino © REESCRIBIENDO
ChickLit¿Qué podrían tener en común un carismático guitarrista y una solitaria chica de diecisiete años? *** Sofía odia estar rodeada de personas, el hard-rock y los hombres, aunque en el fondo sueña con un príncipe azul que le ayude a salir del capullito d...