C A P I TU LO 28

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—Dime que es no es verdad. —exigí mirándolo con dolor—. Dime que Felix se lo inventó para estar conmigo.

Miénteme Aaron, hazlo.

Sus ojos no tenían expresión, su rostro estaba pálido y sus manos en puños.

Cuando bajó la mirada al suelo, supe que todo era cierto.

—Es cierto. Todo es cierto.

Sentí que me faltaba el aire al escucharlo. Quería salir corriendo.

—¡Eres un hijo de puta! —grité.

Tenía tanta furia acumulada que casi me le abalanzo para golpearlo, pero me contuve, no quería verme más ridícula de lo que ya era.

—Déjame explicarte, por favor, después de oírme si quieres terminar con todo y pegarme, puedes hacerlo. Pero por favor, escúchame. —suplicó, y mi silencio fue la respuesta que necesitaba para empezar a hablar, lo dejé hacerlo por que realmente sentía que merecía una explicación—. Cuando te conocí, sinceramente, me pareciste una chica muy linda, no quería nada contigo, pero me gustaba molestarte, tú estabas tan convencida de que nunca estarías conmigo que me parecía divertido así que le conté a los chicos, y ellos me retaron a que no podía conquistarte, así que empecé a verte como un objetivo... pero , joder, eres tan diferente a cualquier persona que halla conocido antes, que empecé a enamorarme de tí, quería ser una mejor persona para tí, pero es difícil cuando tienes una adicción y eres una mierda cómo yo... y lo admito, la cagué, pero te juro que intenté ser mejor para ti, y te juro que de verdad te quiero como nunca antes había querido a nadie. Y lo siento...

Terminó de hablar mirándome a los ojos, podía leer la tristeza en su mirada azul profunda, pero eso no iba hacer que cambiara como me sentía en este momento.

Y eso no iba a hacer que lo perdonara ni un poco.

—¿Un kilo de marihuana? —fue lo único que salió de mi boca al recordar las palabras tan dolorosas que me escupió Félix hace un momento —. ¿Apostaste un kilo de marihuana?

Reí a secas. Él cerró los ojos, quizás con arrepentimiento, quizás fingiendo, ya no sabía que pensar.

—Nunca más quiero volver a verte Aaron Becker, te odio, como nunca antes había odiado a nadie, y quiero que desaparezcas de mi vida tal como apareciste en ella. ¡Odio tener que mirarte la cara! —solté con toda la ira contenida en mi pecho.

—¡Joder! ¡Joder! —gruñó—. Por favor no me hagas esto... bonita.

Me arranqué el colgante que me había regalado y lo tiré al suelo con asco.

Él se quedó mirándolo, y luego se estrujó la cara.

—Quédate con tú droga, y con tus mierdas, no quiero iniciar una relación que ya está jodida antes de empezar. —musité–. Yo de verdad te quería, pero ahora mismo, siento asco, de tí, y de mí misma, por pensar que ibas a ser diferente conmigo. Que idiota soy. —terminé con la voz quebrada.

Aarón me agarró la muñeca.

—Te prometo que fui diferente contigo... y de verdad, gracias por haberme querido, y lo siento tanto, de verdad te amo, bonita...  no te vayas así.

El Chico Del Balcón Vecino © REESCRIBIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora