C A P I T U LO 29

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Al final terminamos yendo al bar de Aaron, no sabía por que siempre acababa viniendo a la guarida del lobo, pero supongo que es mi destino siempre estar metida en este tipo de situaciones.

—Tienes que disfrutar cariño, esta es tú noche. —mencionó Sasha sujetando mis hombros.

—Lo sé, pero no me siento tan bien como quisiera... —dije con melancolía, barriendo todo con la mirada y recordando todas las veces en que estuve aquí, con él.

Maldito Aaron.

—Lo sabemos, por eso vamos a intentar que te olvides de todo... —agregó Al con una sonrisa.

Esa chica era preciosa, siempre llevaba jeans y su pierna derecha cojeaba, pero no la hacía ser menos hermosa, supe por mi hermana que sufrió un accidente hace un par de años pero no me dio más detalles.

—Ahí viene Juan Beltrán. —anunció Karen señalando al hombre imponente que se acercaba.

—¿Está saliendo con tú madre? —quiso saber Rebe, quien había estado callada.

—Ellos dicen que no, pero yo creo que ahí hay algo... —respondí dejando escapar una risita.

Me divertía el hecho de que mamá lo negaba tan fervientemente, como si nosotras no nos diésemos cuenta de la tensión que había entre ellos.

Juan llegó frente a nosotras, mostrando una gran sonrisa. Estaba complacido de que hubiese aceptado su invitación, en realidad las chicas me obligaron y quiero pensar que Aaron no se atreverá a venir esta noche a su bar.

—Buenas noches a todas y felicidades cariño...

—Muchas gracias Juan. —contesté, las chicas se limitaron a sonreír.

—Me alegra que hallas venido, esta noche el bar es tuyo, las bebidas son gratis, podeís hacer lo que queráis pero por favor, no os embriaguéis. —suplicó—. Si necesitas algo estaré por aquí supervisando.

—Gracias... es muy lindo de tú parte. —dije sonriendo nuevamente para él, quien estaba siendo demasiado amable.

—Por nada, nos vemos.

Una vez Juan se alejó las chicas celebraron las bebidas gratis y nos dirigimos a una de las mesas de arriba.

La zona VIP.

Juan había hablado con el guardia para que nos dejara subir. Recordé la noche en que Rebe y yo estábamos aquí, y Aaron nos salvó, fue la misma noche en la que me advirtió no acercarme a él, pero yo no hice caso y ahora estaba con el corazón roto.

—Esto es la leche. —comentó Karen—. Voy a extrañarlas cuando esté en Harvard.

—Lo sabemos, y nosotras te vamos a extrañar a tí. —musité, casi olvido que una de mis mejores amigas se irá en menos de un mes para cumplir su sueño en otro país, y que nos veremos muy poco.

—Pero siempre podemos hablar por cámara, no me voy a olvidar de vosotras y espero que vosotras no os olvidéis de mí.

—Claro que no, zorra... —contestó Rebe con una sonrisa—. Ahora vamos a pedir bebidas para hacer un brindis.

Sasha llamó a la camarera; quién vino en un segundo, y ordenó una ronda de whisky para todas, yo pensé que era muy fuerte pero luego pensé en Aaron, y creo que lo mejor para olvidarlo es beber.

La camarera vino enseguida con la orden, aquí arriba eran más eficientes que en otro lado.

—Un brindis por mi hermanita. —enunció Sasha—. Que este sea el inicio de una vida tranquila, llena de diversión y felicidad, que todos sus sueños se cumplan, y que los malnacidos se alejen de su vida.

El Chico Del Balcón Vecino © REESCRIBIENDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora